Presen y las Hadas
Publicado en Aug 03, 2013
A ella le gustaba la soledad, establecer las normas de sus juegos y no tener que ser presentada a ninguna otra niña de la vecindad porque se mofaban cuando, haciendo uso de la voz aflautada que la caracterizaba, Aurora la señalaba diciendo:
-Aquí os presento a Presentación. Y la risa abombaba los pliegues infantiles de los vestidos. -Anda que mi madre no me pudo colocar otro nombre ¡ vaya faena! – mascullaba entre dientes Presen, mientras de camino a casa, hacía avanzar a patadas el canto más arisco. Llevaba una vida dedicada a satisfacer la necesidad de sentirse satisfecha de su progenitora. Cuando la adolescencia la pilló desprevenida, siguió las marcas pautadas que su madre le impuso: el marido adecuado, la boda convenida, los hijos necesarios, los reproches continuos. -Presen, ten cuidado ¿Qué va a ser de ti sin mí? No tendrás rumbo. ¿Cómo cuidarás a tu marido y gobernaras a tus hijos? Y Presen, bajo lo sombra materna, fue actriz secundaria del primer acto de su existencia, pero en su cincuenta cumpleaños, decidió dar un paseo en solitario. Era otoño y las hojas la acariciaban los pies haciéndole cosquillas. Atardecía en el frondoso parque y asombrada, vio como un nubarrón oscuro se escapaba por su coronilla y un hada sonriente, etérea y dorada soplaba deshaciendo el nublo y, alzando una mano ligera, la dejo caer en su pecho a la altura del plexo solar. Apretó. -Presen, nunca más volverás a tener miedo, nunca más volverás a dudar, ahora debes vivir según tus reglas. Y Presen vivió libre y dejó que sus hijos forjaran sus propias sombras mientras tropezaban y pateaban los riscos que en su sendero la vida les colocó. A veces, solicitaban ayuda o consejo y, en ese momento, Presen, orgullosa, los sentaba, los miraba y les hablaba: -Hijos míos, poco os puedo decir, solo que el miedo no es bueno, que la duda no ayuda y que vuestra libertad acaba donde empieza la libertad del otro. Los años premiaron su ondulada cabellera con un blanco homogéneo, sin manchas, como su alma. En este segundo acto, interpreta, el papel principal: unas veces observa curiosa a las personas con sus ojos vivaces, otras, deja volar sus ágiles manos sobre el papel imaginando hadas. Porque Presen, al final, creyó en lo mágico y deleitó a grandes y pequeños con extraordinarios cuentos para mentes abiertas. Mañana le hacen entrega del premio nacional más destacado en relatos cortos. Ella no lo sabe, pero sus hijos y nietos, le tienen preparada una fiesta y un viaje al país de la felicidad.
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