En viaje
Publicado en Aug 07, 2013
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       -Buenos días, papá- y era la tercera vez que lo repetía-; buenos días, papá-volvía a decir.Entonces saltaba de su cama, recorría el flaco pasillo, y se internaba en el baño.
La ducha, el agua fría, no le daba la grata euforia que necesitaba. Entonces trataba de secarse con la amplia tohalla, y se envolvia en ella imaginando que era el maharajá de Kapurtala, y mientras orinaba en el bidet, pensaba en cómo pasar ese día,vigésimo de diciembre.
Ese diciembre que le calcinaba los huesos, porque se presentaba caluroso y húmedo como ninguno, y ya podía ver que lo había jodido bastante al pelarle la espalda el sábado anterior,en la pileta de Ricardo.Volvió a tener ganas de orinar, pero eran ganas nada más, porque al enfrentarse con el bidet,un chorrito indeciso se asomó por su pijita. Se la metió dentro del calzoncillo, se miró al  espejo, se hizo alguna íntima pregunta que no contestó, y salió para atravesar otra vez el pasillo.


-Buenos días, papá- dijo esta vez con voz más firme. Y siguió hasta la cocina:el mate,el café,el té, el vino. EL VINO. El vino era lo que conformaba su paladar aquella mañana de diciembre. Y mientras saboreaba su aspereza, se le ocurrió pensar en el viejo, en la navidad que ya llegaba,en lo llagado de su espalda, en Leticia, (en la costosa Leticia) que todavía se negaba a todo, y por último en él. Aquí se sirvió otro vaso de vino. ¿Quién era él?Sí.Le gustaba vestir bien.Andar por el centro mostrando exactamente lo que se debe, y lo que no se debe dejarlo para Leticia (cuando se decidiera), o para Ricardo, siempre que mediara un golpe de teléfono. Y mientras tanto, ¿qué?. Ir al bowling, caminar hasta el puerto, o tomar sol en Saint Tropez,y soñar con ese viaje a Río en Carnavales que le había prometido Ricardo.Después... su vida estaba ocupada con tantos sueños...; quería navegar, irse, tal vez a Europa. Pero no por el hecho de conocer Europa. París, Roma,Milán, eran sin duda lindos lugares. Pero no era eso loque realmente importaba. El hecho substancial era viajar en barco; sí, en barco..., a semejanza de esos barcos que mamá le hacía a los ocho años, doblando con ternura la hoja de diario y dejándolo reposar en la bañera. 
Creía que el fondo del mar era blanco, y que las fuerzas de las olas tenían, exactamente, el ritmo que le fijaban sus pequeñas manos.
Pero ahora había pasado tanto tiempo... 
-Buenos días, papá- dijo esta vez con bronca, mientras servía hasta el borde otro vaso de vino. -Buenos días, papá- gritó mientras pensaba decir cálidamente -queriendo deshacerse de ese raro remolino de angustia- buenos días, mamá... cómo estás hoy?, buena y linda como siempre, mamá; mi mamá. Aquí traje el papel para los barcos.
 
Pero la memoria de las tardes encerradas en el baño, viendo viajar ilustres barcos a los que mamá bautizaba con extraños nombres, no conseguía atenuar la tristeza grande que sentía,
ni su gastada melancolía actual. 
 Él era un hombre simple, gozador delas cosas sencillas, amante de la naturaleza, leal para los amigos...; pero había cosas en lo íntimo de su vida que no entendía.
No estaba claro para él por qué al pasar por la habitación del viejo debía saludarlo, siendo que siempre dormía, o, en el mejor de los casos, leía el diario, y no le contestaba. Jamás le contestaba, y había llegado a pensar que el viejo estaba sordo. Pero no. Algo golpeaba en su cabeza, y en el sentido literal de la palabra. Algo se doblaba y rompía cuando saludaba al viejo. No era importante que no lo oyera, o que lo oyera y no le contestara. Entonces,¿qué era lo que en rigor lo perturbaba? 
Aquella mañana lo había descubierto. Lo había descubierto en la cocina, mientras llenaba otra vez el vaso de vino. El lugar vacío al lado de la cama que ocupaba el viejo era la clave: el lugar que ocupaba mamá en vida. 
-Buenos días, papá- dijo esta vez entre sollozos.
-Buenos días, hijo- dijo el padre apareciendo en el marco de la puerta.
Y él se entregó a sus brazos y lo abrazaba, lo abrazaba, mientras pensaba en viajes lejanos y múltiples, en viajes claros y magníficos.
-Buenos días,papá- y lo miró a los ojos llorando plenamente.
 -Buenos días, hijo- dijo el viejo casi con miedo, sin entender, -buenos días, hijo. 
  
 
 
 
 
  
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Foto del autor Guillermo Capece
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Descripción

Palabras Clave: el lugar vaco

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Derechos de Autor: Direc. Nac.del Derecho de autor (G.C.)


Comentarios (8)add comment
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Guille Capece

Fabio:
Sí, sí, es una situacion de 3. padre, madre e hijo. Buena observacion de tu parte. Ademas, como decis, se podrian hacer analisis psicologicos al cuento; da para ello.

En cuanto al London, estuve en ocasiones bien acompañado, pero nadie se acerco para decirme:"lo felicito por su cuento" Se ve que nadie lo había leido( mas que mis amigos de Textale que figuran aqui). A lo sumo recuerdo que llego el mozo y me dijo textualmente; "ya no queda nadie, vamos a cerrar." jejejeje
Un abrazo, y gracias por tus conceptos.
Guillermo
Vere si encuentro otro cuento de la decada del 70 cuando hacia Taller con Gudiño Kieffer en la SADE, y lo subo aqui.
Responder
August 14, 2013
 

Eduardo Fabio Asis

Algún día... en el café LONDON de Avenida de Mayo, Buenos Aires, dirán que aquí "También" se sentaba Guillermo Capece a tomar un café... y en ocasiones bien acompañado lo hacía... jajajjajaja.....
Responder
August 13, 2013
 

Eduardo Fabio Asis

Guillermo:

En mi lectura, muy subjetiva por cierto, más que la ausencia de la madre, pesa y fuerte, la ausencia de un vínculo real entre el Padre y el Hijo. Por eso es tan conmovedor el remate, el final.

Creo que el cuento tiene mucha tela para cortar. Es un cuento breve pero intenso, del cual se podrían hacer muchos y muy buenos análisis. Tanto literarios como psicológicos.-


Yo no soy muy ducho en críticas, pero doy testimonio de cierta catarsis que hice al leerlo, y además, indudablemente, puedo decir que me gustó y mucho.-

Felicitaciones y gracias por publicarlo y más aún, por escribirlo. Abrazo, salud, amigo, salud!
Responder
August 13, 2013
 

Jean Ossandn A

A mi también me ha gustado y concuerdo con Kalutavon...
el texto me recuerda un tanto a la técnica de Cortázar (uno de
mis escritores favoritos)...
te dejo un abrazo y mis congartulaciones...
bss, Jean
Responder
August 10, 2013
 

Guille Capece

Jean:
es un honor para mi que lo encuentres -aunque sea lejanamente- algo semejante a la tecnica cortazariana; aunque no fue mi proposito, ojala sea asi: como a vos, Cortazar me da vuelta: Lei todos sus cuentos, me debo su estupenda Rayuela, pero lei su primer novela: Los premios. Se murio muy temprano, quizas todavia podriamos estar gozando de su literatura.
gracias por tus apreciaciones
bss
Guillermo
Responder
August 12, 2013

kalutavon

El texto es bueno por el tema y la forma en que lo desarrollas, -en mi opinión- seguramente le has dado una remozada, como suele hacerse cuando encontramos algún texto olvidado en cualquier gaveta. No sé si me traiciona mi comprensión lectora, pero entiendo en la trama una especie de laguna mental, un viaje al mundo del olvido, y un reencuentro con la dolorosa realidad de la pérdida de un ser querido y la indiferencia hacia el otro que ha quedado vivo. El llanto que se da durante el abrazo con el padre es conmovedor por el contexto que te he comentado. Calidad, ingenio y emotividad en tu texto Guillermo, me ha sido grato leerlo.
Responder
August 08, 2013
 

Guille Capece

Kalutavon:
gracias por tu analisis con el que concuerdo; con respecto a la remozada, te dire que no la tiene. Esta escrito de una "sentada",
como suele decirse. Todos los cuentos que escribi y una novela archivada estan escritos asi, sin diagramas previos, ni siquiera diagramas mentales.
La narrativa es algo que me interesa mucho, pero el hecho es que no la escribo mas, ya que me siento a la maquina y solo sale poesia...
Un abrazo, y gracias nuevamente
Guillermo
Responder
August 09, 2013

Guille Capece

Este es un texto no actual, es de la decada del 70, lo encontre bien guardado entre otros cuentos, y me parecio bueno someterlo a consideración de Uds.
Responder
August 08, 2013
 

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