Abismo (III)

Muerte.

Si no te veo, si no puedo amar, si es cierto que me reduje a aparentar... Entonces... Entonces soñé despierto mi realidad, que con imágenes narré mi final. Cavé mi propia tumba para luego tumbarme en el lecho de tierra. El cielo se veía azul más allá del agujero y la frondosa vegetación. Por suerte traje una pistola con la que acabar este episodio, mi humilde final.

Ahora soy un psicópata, y coloco el arma entre mis dientes ¿Morir? ¿Vivir? No entiendo mi propio lenguaje. Me dispongo a apretar el gatillo pero ¡oh, mierda! ¿Quien tapará mis restos tras la escena final? ¡Destinado a morir solo! ¡Traicionado! ¡Y no justificado! Nada tiene sentido y mi daimon ríe, él también tiene un problema, quiere verme muerto, pero no quiere morir. Nos odio, depende de mí, cabrón. Acabemos con esto.

Lloro.

Por fin soy consciente de que caigo por el abismo, mi propio abismo. Ahora entiendo a Alicia cuando cayó a ese maravilloso país, no podría asegurar de si estoy cayendo o flotando junto con los últimos pedazos que quedan de mi alma... Creo que por fin veo el fondo

Epitafio.
Si es cierto que no te supe amar, vomito sangre haste que el dolor de mil puñales vertido de mis entrañas refleje mi rostro a la luz de la Luna. Yo habría estado ahí por ti.