En la noche mas oscura
donde la única luz 
que da vida al óbito
es la hermosa luna.
Tumbada en el suelo
contemplo 
a mis pies la temblante alma,
un velo transparente la cubría, 
dejando ver su rostro pálido,
sus ojos vacíos,
sin vida 
me miraban fijamente
clavándome en el suelo,
sus palabras susurrantes
 helaban mi cuerpo,
sus manos blancas 
deseaban acariciarme.
Cada vez la veía
 mas cerca de mi,
mas temía mi temor,
que fuera la mía.
Sus gritos rompían 
el silencio de la noche
cara a cara,
 su velo se aparto 
y su rostro se descubrió.
Era yo aquella alma rota
 que pedía volver
 al frio cuerpo inerte,
era aquella que lloraba,
susurraba el ¿por que?