Vivo sólo porque el aire aún es gratuito,
porque no me han enseñado cómo se quita uno la vida
o porque le temo a la muerte.
 
Mas
 
si de mi deseo dependiera mi destino
pues
estaría paria muerto dentro de un sueño
que durase la mismísima eternidad,
lo que dura estar en la otra vida,
lo que dura el tiempo cuando ya no se abren los ojos
y el alma ya no se encuentra encarcelada
entre huesos y músculos bajo la piel.
 
Te dejé de amar o me deprimí del dolor
de no tener eso que siempre quise tener.
Tal vez no éramos tan verdaderos,
tal vez todo fue una función sin personajes y espectadores de plástico
que sin embargo emitían chillidos de bobinas
y no entendieron jamás nada...
 
Lo admito. Estoy triste y me quiero morir.
Pero ya no tengo el valor para intentar matarme
como alguna vez lo intenté
entre uvas derretidas y químicos comestibles.
 
Y yo no sé bien si esto es un poema o una oda a la tristeza,
una canción al absurdo de estar vivo
sin un amor que cuidar
(eso de estar vivo sin querer ni ser querido)
 
O tal vez hace sólo cuestión de horas
empezó mi camino a la meca de la poesía anti-surrealista
que no entiende de caramelitos de colores
mas
demasiado mastico chicles de menta en el profundo lamento de estar vivo
porque ya no dormiremos juntos,
porque el negro humo que cubre hoy mi espíritu devastado
lo cubre  todo y es en todo tiempo de hoy,
y ya no te tengo
porque te dejé
y no estás a mi lado.
 
Y yo lo admito: estoy triste
y desearía un fuerte ataque al corazón en el mismo momento
en que transito el quinto sueño
de la noche de hoy,
de la noche más próxima que me mate
y me de vida eterna
abajo o arriba ¿quién sabe?
 
Sólo sé que estoy triste y que me quiero morir
porque todo a mi alrededor ya a muerto
al haberte dejado
Cecilia
que alguna vez fuimos uno.