El pueblo los ha creado, pues no hay amos sin esclavos, y no hay esclavitud si los esclavos se rebelan.

Ellos tienen lo que nosotros les damos. Llegan hasta donde les permitimos: hacen lo que quieren.La clase dominante pone el tablero donde el pueblo juega, o mejor dicho, se la juega.Nuestros gobernantes y representantes son parte de esa clase o bien tratan de serlo y la obedecen con total sumisión, para desgracia de los que dejamos de ser personas y pasamos a ser daños colaterales de las políticas económicas actuales.Han ilegalizado la violencia para poder utilizarla sólo ellos; estando monopolizada se protegen del temperamento y la desesperación del rebaño, al que tanto temen.Se enriquecen con el dinero que se nos obliga a pagar mensual y anualmente con cualquier impuesto, y  con el que depositamos en nuestros bancos, dicho de otra forma: su riqueza es nuestro dinero; su capital es nuestro capital.Crean y cambian leyes en función de sus intereses, jamás los del pueblo. Disfrazan con falso consenso y democracia sus decisiones y nos educan  en mentiras y absurdas demagogias para amaestrarnos, para amansarnos. Así evitan el levantamiento popular. Parte de esa educación la complementan los medios de comunicación de masas, encargados de alienarnos y reblandecer los cerebros de cada ciudadano; sobre un trasfondo de terrorismo mediático, su más potente herramienta, incluso más que las leyes. Este punto de vista es más que razonable si se tiene en cuenta que su mayor temor es que los ciudadanos tomen lo que es suyo por derecho. Su pútrida política sólo obedece a las demandas de la dictadura del capital, dejando las necesidades de la gente y reprimiendo tanto a los gritos de socorro como a las voces de ayuda. Y día a día nos exprimen cuanto quieren; se burlan de nosotros. Prometen algo, hacen lo contrario. Afirman cuando callan o niegan, mienten cuando afirman.La situación actual nos ha llevado a una crisis política que requerirá de mucho cambios, y muchas manipulaciones por parte de la Casta para subsanar el problema y mantener su hegemonía como clase dominante.Aún así, sin importar que medidas emprendan, el mismo sistema sólo apunta en una dirección. Su reformismo lleva a la nación (y al mundo), a un paso de la Revolución.