Un escritor ensaya sobre personajes, lo que a su vez en ensayar sobre escritores. Inevitablemente el análisis es a menudo mediático. No se puede eludir la referencia en la creación, se puede evitar hablar de ello, mas siempre el creador sabrá de qué lugar proviene su obra. Aunque no me admito su seguidor, ni menos del género policial, el recién fallecido Elmore Leonard gestó sin afán desde su entrañable Detroit los cimientos del arte moderno (Cualquiera en el que intervenga la palabra). El diálogo dejó de ser ese agente incógnito y necesariamente enigmático para dar paso al afable, circunstancial, característico y vagamente ajeno a la situación: Amigo del bar de la esquina. Caballero de gafas cool y la barba pseudorecortada se reía de los escritores como yo, amigos del detalle latero de Hesse y la excentricidad de las súper-atmósferas, por lo que profesaba con total descaro trata de eliminar todo lo que el lector tiende a saltarse(entre otras), sin embargo lo más destacable es que fue uno de esos personajes creados por sus obras que pasarán a la inmortalidad de las páginas por estrechar la mano con el lector vecino, por prestar su creación para digerir un completo callejero, por otorgarle sencillez a la vida industrial.