La poesía se vive,
Cada instante de nuestra vida,
Cada segundo, cada momento.
 
Tiene vida propia,
Tiene el poder para hacerte feliz o
Para hundirte en la tristeza.
 
Puede tocar lo más hondo del corazón,
Y también lo más puro del alma.
Puede incluso bajar  hasta el mismo infierno.
 
Es sublime, majestuosa,
Pasiva y  amante.
Ella lo es todo para quien la conoce.
 
Es compañera fiel,
En los momentos de dolor
Puede ser ungüento cálido
Para sanar heridas.
 
Esta en tu ser, en tu alma,
En cada respiro,
En cada latir.
 
Ella está ahí, dejándose oír,
Pudiéndote tocar,
Pudiéndote  ver.
 
La poesía no se puede titular;
Porque nace del alma.
No se puede describir;
Porque nace del corazón.
 
Ella no tiene límites,
Puede ser lo que necesites,
Lo que odies, y lo que desprecies.
 
Es un arma de doble filo,
Corta y sana lo que no puede verse,
Lo que puede sentirse, lo que solo se respira.
 
Es virtuosa y a la vez maldita,
Una caricia y bofetada seca.
Es puñetazo y caricia sutil.
 
Te puedes enamorar de ella;
Pero ella de ti jamás lo hace,
Te mantiene lejos, sin poder besarla,
Sin poder tocarla, sin poder oírla.
 
Te condena a la soledad,
Se ata a tus letras
Haciéndose de ellas por las noches.
 
Las lágrimas son sus amigas,
Los desprecios su fuente de inspiración,
Y las despedidas su añoranza.
 
Ella te rodea,
Te envuelve y te abraza,
Calcinando tus sentidos,
Convirtiéndote en su quimera.
 
Ama los sueños que no pueden cumplirse,
Las palabras duras que se dicen,
Y los besos que nunca se dan.
 
Por eso la poesía no puede titularse;
Porque no hay palabra que la defina o
Expresión que le quede.
 
La poesía es infinita…