En busca de un empleo II
Publicado en Aug 31, 2013
-Buen día- -Buen día- respondió una voz nerviosa a las 13:00 hs de un día normal en "La veneciana". - Vengo a dejar mi curriculum, por si les interesa-dijo Eunice un tanto nerviosa -Gracias flaca, justamente estamos necesitando una franquera ¿tenés disponidbilidada para trabajar los viernes y sábados? -Seguro...cuando quieran empiezo... -Jajaja, esperá un poco. Le dejo el curriculum a mi jefe y esperá que te llame ¿sí? A lo mejor te haga una entrevista... -Ah bueno, sí, perdón; estoy un poco ansiosa por conseguir trabajo.Entonces espero la llamada, gracias. -De nada, ¡suerte! ¿Quién sigue? Señora...10 pesos sería todo- así siguió atendiendo la cajera del local en tanto que Eunice prosiguió su camino. Tomó a los pocos minutos un trole que la conduciría al centro. Allí se proponía dejar su carpeta de antecedentes en varias universidades, editoriales y cuanto lugar estuviera a su alcance. "Toda una carrera tirada al abandono" le parecía escuchar la cantinela de su mamá. Pero no sería así, ella lo sabía. Si tenía suerte la llamarían de una universidad, terciario o institución educativa. Su mayor sueño era ser correctora de estilo aunque se rumoreaba que no pagaban muy bien. No obstante, el optimismo no la abandonaba. Cualquiera que la conociera muy bien diría que era producto del entusiasmo de haberse recibido hacía muy poco. Ese día en la ciudad de Mendoza hacía mucho calor y corría un viento zonda bastante fuerte. Los mendocinos están acostumbrados a este viento caliente, repentino y aplastante, aunque a más de uno le produce jaquecas. Eunice lo soportaba con gran estoicidad y miraba como un niño chico como se llevaba las hojas de la vereda, las subía, las bajaba y las volvía a lanzar en una danza sin compases ni ritmos ni acordes. Al volver a su casa, luego de dejar algunas carpetas, almorzó frugalmente y durmió luego una siesta profunda. Le pareció soñar que la llab¿maban de varios lugares y hasta tenía que renunciar.
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones
Mercedes
Mercedes
Enrique Gonzlez Matas
UN ABRAZO.
Mercedes