SEDICION
Publicado en Sep 02, 2013
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Un periodista hojea con parsimonia y con cierto aire altivo diferentes periódicos en la hemeroteca de la universidad, buscando una noticia que sirva de base para el relato que pretende comenzar. Es un hombre cínico y sin principios muy consagrados, excepto el de rendir culto a su inteligencia y a su cuerpo, cualidades que considera innatas, por lo que decide brindarse su propia obra y exhibir su pluma sin más demora Entre las efemérides le llama la atención una, que abunda en los disturbios que se produjeron al cerrar varias empresas de fundiciones del metal en Bilbao. Las revueltas duraron Varias semanas, y la tensión se apuró hasta el último aliento, dejando un bagaje de 3 muertos y cientos de heridos, amén de la quema de varias naves industriales. La incompetencia de la clase política y sus dirigentes, que gobernaban sin criterio ni mesura, terminó por provocar la desazón y el hastío de un pueblo que decidió tomar sus propias decisiones y acarrear con sus consecuencias Diario de Bilbao 16 de enero 1985 Yorket, empresa matriz dedicada a la fabricación, gestión y comercialización de perfiles; quiebra junto con todas sus filiales y buena parte de las empresas que tejen sus redes comerciales más allá de la frontera. El anuncio, un secreto a voces, se intenta encubrir por empresarios y colaboradores que temen la respuesta irremisible del sector 1. Se ha cerrado la puerta a medios de comunicación externos que llevaban merodeando varios días las instalaciones y se vierten las más grotescas falacias, por medio de faxes y correos, a los periódicos vizcaínos. 17 de enero de 1985 La situación se hace insostenible, el hermetismo de los gerentes de la empresa se traduce en una incipiente desconfianza, que a raíz de no celebrarse la reunión ordinaria anual se acrecienta a marchas forzadas. EL sector 1 exige conversaciones y conocer futuro más próximo. La mediación entre sindicato y directivos se vuelve un obstáculo y proponen acciones directas. 18 de enero 1985 Hordas de trabajadores coléricos, ante la amenaza que planea sobre ellos y sabedores que los malos presagios son pacientes confidentes, se atrincheran en la sede central exigiendo lo que es suyo, su pan. Asimismo, en otras comunidades en un acto de confraternización, las principales empresas metalúrgicas convocan paralizaciones, pretendiendo, y logrando ser una mancha de tinta indeleble en la portada de los periódicos durantes las siguientes semanas. 19 de enero 1985 El humo, las deflagraciones y el ruido ensordecedor de las sirenas componen un paisaje dantesco. Las fuerzas de élite de la policía no consiguen siquiera contener la sedición, y se ha impuesto el toque de queda por orden del gobernador civil 2 Después de leer con una avidez enfermiza los pasajes más inquietantes, y saltar como un antílope los últimos párrafos que trataban asuntos políticos de difícil comprensión, abandona su lectura. Apoya los codos sobre la mesa y enreda los dedos de sus manos en su oscura y frondosa melena. Reflexiona unos minutos acerca de la noticia y busca un resquicio donde hincar el diente. Su primera tarea es elaborar una tormenta de ideas, haciendo y deshaciendo Un estridente pitido le eriza la piel arrancándole de su ensimismamiento, alza la vista y ve a un hombre escuchimizado que con deje displicente hace un llamamiento a los estudiantes para que abandonen la sala, se trata de un simulacro en caso de incendios. Reverbera en la cúpula de la biblioteca el sonido de los libros como un mazo al cerrarse, y los estudiantes abandonan mansamente en fila de dos la gran sala, como si todo hubiera sido programado para esa hora. Al ir a depositar el diario plastificado en el carrito, se escurren unas hojas sueltas de cuaderno, amarillentas y ajadas por el paso del tiempo. Reúne todos los fragmentos de lo que parece una crónica con firma propia, sobre los acontecimientos de aquellos días. Ordena el documento por el patrón de numeración que figura a pie de página, percatándose de que faltan páginas, y lo mete en su carpeta estimulado por la creciente curiosidad. Afuera la multitud se apiña en la entrada del edificio para fumar entorpeciendo el paso a toda persona ajena a su distracción. Finalmente, consigue salir trastabillado de la marea humana y busca un sitio donde apaciguar sus nervios. Un árbol remoto, en la zona más alejada del campo, parece el lugar idóneo para sumergirse en lo garabateados papeles amarillos donde la letra es casi ilegible en determinadas líneas. 19 de enero 1985 Primer día en la guerra ...
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