En el mundo son muy numerosas las ONG y las personas que sueñan con un mundo sin hambre y sin miseria. Yo soy una de esas personas. Pero ahora me pregunto, ¿es este el camino adecuado para poner fin a tan terrible sufrimiento humano? No lo tengo tan claro.
Antes de la llegada de los colonos europeos a África, no morían millones de personas de inanición en ese continente, porque había un equilibrio de la cadena natural de vida y muerte. Los europeos de entonces se creyeron en derecho de imponer su cívica y avanzada cultura a estas gentes; si bien es cierto que a causa de la educación occidental ahora hay en África dictadores, guerras civiles, absurda división territorial, etcétera, no es ninguno estosni de lejos el problema de mayor envergadura. Teniendo en cuenta que bajo el seno del capitalismo no podremos erradicar la pobreza completamente (hablando en términos reales, no estadísticos), hay que observar desde otro punto de vista. Y es que a pesar de la reducida esperanza de vida media y las condiciones en las que viven los habitantes en peores condiciones, la natalidad se mantiene alta y supera los altos índices de mortalidad infantil, éste, es el polémico y terrible problema. El hambre como catástrofe llegó al continente africano cuando los europeos trajeron sus mejoras de higiene y sanidad, tiempo en el que aumentó la población, hasta ser en cierta fecha insostenible para el funcionamiento de una sociedad mal adaptada y escasa de medios.
Así pues, si se reduce la natalidad, regulándose así el nivel de población, en pocos años tendríamos un equilibrio población-recursos que, aplicando las actuales políticas humanitarias y aspirando a un cambio político de los países africanos alcanzaría la sostenibilidad tras superar una etapa de subsistencia de variable duración.