Tres Amadas
Publicado en Sep 01, 2009
Tengo tres amadas: Iris, Julia y Azucena.
Son mujeres perfectas y sinuosas. Tres teas en las que fundamento mi vida. Son clavos de luz en contínuo reverbero. Las tres son polémicas y quietas y han desarrollado al máximo sus sentidos. Se conocen hasta la perfidia y son amigas. No hablan de mí pero se celan de reojo. Yo soy el vínculo solitario que las une y la cuña de acero que, a la vez, las separa. Me consumo en todas sus sensibilidades. Les dejo mi despedida de puerta en puerta y cada noche voy a sus casas a arroparlas. Jugamos a los amores de los tiempos románticos e intercambiamos cartas en los huecos de los árboles. Tengo un día específico para cada una y, en sus adentros, lo saben y respetan sus turnos. Sus reservorios de pasiones son ilimitados: Cada una me besa a su manera. Son los tres cálices donde bebo y celebro la vida tan efímera. Una me unta la piel con mieles y cayenas. Otra me baña de finos aceites conculcados. Y la otra es pirotécnia sobre mis huesos duros. Yo beso sus parajes coetáneos y sus suaves aureolas. Y les doy mi calor hasta las madrugadas. Ellas me visten con labios frescos para poder escribir en el fragor del día. Sólo demandan lo que les pueda dar y eso me hace amarlas demasiado.
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