Sentada bajo la húmeda e incómoda vereda, una muchacha observa  la gente pasar. Una enorme nostalgia inunda su órgano circulatorio, que por lo que sabemos últimamente no ha trabajo bien. Con un suspiro las palabras se van y con una sonrisa mueren ante los ojos de esta muchacha. Un estruendo dolor corroe las venas y el frágil cuerpo de esta muchacha que observa todo. Las hojas han cambiado y ella sigue ahí, siendo invisible por las paredes de su mente que la apartan de una utopía sistematizada…El quejumbroso canto del viento ha sucumbido en sus oídos, y como un viejo ha olvidado que puede sentir y ha olvidado que aún vive.¿vivir?..Se pregunta la muchacha con su labio partido y sus ojos inhalados por el polvo que se dispersa por el mundo. Aquella canción no la deja en paz, un sonido sordo en las calles que son acompañadas por faroles, la luna se asoma y el tiempo sigue ahí no se ha ido esperando a que la joven lo deje ir. ¿Qué pasa con las rosas después que mueren-se pregunta la niña. Que pasa con los olvidos ya olvidados? ¿Qué sucede con lo que ha sido y lo que no será?
No lo sé muchaha,responde su vocecita ..El viento se apacigua y las hojas caen, caen, caen, y nadie está ahí para verlas caer, solo la  muchaha.Un fantasma iracundo amenaza su rincón, la vereda mojada, el olor a madera húmeda, el prisionero de la noche y  de la mañana, no corras mujer de corazón inerte no corras a un lugar donde la corriente te lleve, no corras apresurada de los días, corre apresurada de las personas, vive para respirar, no respires para vivir.