Ventana
Publicado en Sep 11, 2013
Copiaba los textos, solo por el placer de escribir, o, quizás, por el temor a diseñar su propia vida. Bebía a sorbos los sentimientos ajenos. Masticaba con vehemencia los trozos de vivencias extremas que nunca eras propias. Olía los vapores que galopantes pasiones desataban en cuerpos extraños. Tanto disfrazó su tiempo con entretejidas máscaras de amor y odio que un día, al caer la tarde, no pudo liberar su esencia y quedó atrapado en esa narración de noches sin estrellas y de ensombrecidos soles, de almas desgarradas y de gritos ahogados, de mundos abocados a un trágico final. Levantó los ojos y dirigió su mirada al hombre que, desde fuera, sereno y feliz, copiaba los textos solo por el placer de escribir.
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