CAMINOS
Publicado en Sep 15, 2013
Puerto Londero
Entrega Nº 2 El caserío le resultaba simpático, particular, desafiante: un camino largo perlado por una veintena de casas de madera, dos ellas con altos que parecían las típicas casas del lejano oeste descripta en los western, reliquias de un esplendor mayor que supo tener el poblado a la sombra de la explotación maderera por parte de la familia que daba nombre al lugar en los años treinta al sesenta. Estas casa abandonadas eran como misteriosos castillos de antaño con un silencio lleno de ruidos. Dos negocios de Ramos Generales, una estafeta de correo que distinguía a la población, un destacamento de policía con cuatro agente y un jefe que hablaba más portugués que castellano, un flamante salón comunitario, la cancha de fútbol. Y como puertas para sanar el espíritu dos iglesias: la tradicional católica y una protestante. Eso también como aquellos viejos poblados de las películas un cementerio a la entrada. Sin dudas, la Escuela Nº 10 era el centro neurálgico de la comunidad que declinaba. Por entonces el pueblo no contaba con energía eléctrica y la rutina era netamente rural. Los maestros se reunían con algunos vecinos y vecinas a jugar a la canasta a luz de llamativas lámparas a querosene. De tanto en tanto el joven maestro sostenía largas conversaciones con su director: Dulio Elino Toledo, sobre diversos temas: historia argentina, universal, de la segunda guerra mundial, cine, literatura. El joven Diego era apenas una lucecita en la llamarada de un pueblo llamado Puerto Londero, que como en un cuento de hadas absurdo hacía años que ya no lo era.
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LAPIZ ESCRIBE
Stella Maris Sanhueza
GLORIA MONSALVE
la descripcion de lorento, que bien lo has hecho. logras hubicarnos en ese precioso lugar, con algunas carenciass como energia pero bien... la nueva estadia para el viaje por tu historia caminos
me gusto
abrazos
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Supongo que continùa
Felicitaciones