Psicotina
Publicado en Sep 21, 2013
Introducción
México 2014. Carlos Rodríguez, un científico (médico-farmacéutico) ha desarrollado dos cápsulas que amenazan con cambiar a la sociedad. La primera es una droga con varias características “positivas” que la hacen la más cotizada entre los adictos, principalmente porque no es adictiva… La segunda cápsula es capaz de borrar la memoria de forma permanente. Rodríguez y Viktor García (su amigo de la infancia) se verán envueltos en una persecución poco común, ya que por un lado la Agente Alicia Echeverría y el Policía Municipal Agustín irán tras la nueva droga, mientras que Ugalde, un narco menudista, querrá tener en su poder la segunda cápsula. En el camino se descubrirá quien es Rodríguez y sus verdaderas intenciones, y si las cápsulas son lo único que ha inventado. CAPÍTULO I ¿CUÁL ES LA CORRECTA? Por un momento pongamos atención a dos palabras. Decidir: Es la acción que te lleva a resolver un problema. Elegir: Acción que te lleva a tomar una selección. Pero, ¿Qué pasaría si tu mente te jugara una mala broma y te obligara a usar sólo una de éstas palabras…? Ese era el dilema de Eleazar Gutiérrez. Para él, decidir y elegir eran palabras muy importantes, pero a la vez tenía esa extraña manía de sólo ocupar una palabra y desechar la otra; mientras que para muchas personas estas palabras pasaban sin la menor importancia. Él estaba consciente de ellas todo el tiempo, era algo que no lograba evitar. Por ejemplo: desde el simple hecho de elegir el sabor de un helado hasta decidir la ropa que usaría durante el día. Claro que también existían ocasiones complicadas, como el hecho de elegir bien a la persona con la que compartiría su vida, o preguntas con sólo dos opciones por respuesta, como fue el caso tan difícil de decidir el tener o rechazar el nacimiento de un hijo. Elegir. Decidir. Para Eleazar era un conflicto que en ocasiones lo mortificaba hasta puntos extremos, casi como una fobia. Sabía lo estúpido que era eso. ¿Cómo era posible que se preocupara toda su vida por dos pinches palabras cuando podía usar ambas sin mortificarse? Pero así era él. Y sólo quería usar una. Decidir, elegir, las dos llegaban al mismo punto. ¡¿Cuál era el problema?! ¿Estaba loco? No. No lo creía. Si estuviera loco jamás hubiera llegado a ser Legislador del Distrito, y entre elegir y decidir eran la razón que lo había llevado hasta ahí. Ahora sólo quería quedarse con una sola palabra y expulsar a la otra, para poder seguir con su vida sin esa tonta mortificación, y así, seguir “eligiendo decisiones” correctas que no lo afectaran interiormente, como la ocasión cuando tuvo que elegir entre su trabajo y su matrimonio, lo cual decidió terminarlo en divorcio. Por un lado tomar decisiones era parte de su trabajo, pero no le gustaba que le afectaran, necesitaba tener el control de todo para sentirse seguro. A lo largo de su carrera política eran pocas las veces que había cometido errores, pero siempre encontraba la manera de remediarlos. Por otro lado, siendo Legislador se había ganado varios enemigos los cuales buscaban la manera de abatirlo, pero hasta ahora habían fallado, sin embargo eso no le preocupaba, lo que si le incomodaba era que a varios de ellos no los conocía. Tener un enemigo al que no conoces es grave. La mañana avanzaba y las manecillas del reloj formaban una línea casi horizontal. Había llegado el momento de tomar otra decisión, sabía que era una de las más complicadas de su vida. Había pensado en ella durante las últimas dos semanas, cuando comía, mientras viajaba, cuando se aseaba, tanto que durante las noches no dormía sólo de pensar en sus posibles consecuencias. Ahora estaba en la sala de juntas donde se pretendía aprobar una ley a escondidas antes de hacerla púbica; era un lugar lujoso, así como la silla y la mesa donde reposaba un documento el cuál esperaba su firma. De nuevo Eleazar tenía la última palabra. Lo acompañaban cinco personas, entre ellos una mujer. El que se encontraba a su derecha lo animaba para que firmara pronto, por el contrario el de su izquierda sólo pedía que se discutiera un poco más el asunto y así poderle dar más tiempo a Eleazar para pensar las cosas, y que no cometiera una tontería. – Eleazar, ya hemos discutido esto muchas veces, si lo aplazamos más habrá varios que se nos echen encima, ya no quiero que nos critiquen por nuestra incapacidad de rapidez. Además, tenemos todo listo, hemos analizado hasta el último detalle, no tienes nada que temer. – Comentó el hombre a su derecha. – Ok. Mira, yo apoyo que discutamos por última vez el problema sólo para sentirme firme al momento de enfrentar cualquier decisión… – Eleazar estaba nervioso. – ¿Cómo que cualquier decisión? ¡La tienes que aprobar! Es nuestra oportunidad. Eleazar, la gente necesita cambios, propuestas, con esto nosotros seríamos los primeros de la República. Te apuesto lo que quieras a que dentro de pocos meses habrá alguien más que siga nuestra iniciativa en cada Estado. Eleazar no respondió. – Sabes muy bien el peso político que esto tiene y si todo sale bien ganaremos la confianza de la gente. – Comentó la mujer. – No lo sé, no estoy convencido del todo. – Se acomodó la corbata con manos temblorosas – Sólo repasémoslo por última vez. – A ver, vamos a dejarlo claro. – El hombre a su derecha trató de ocultar su impaciencia. – Sólo algunas drogas serán legalizadas, no en las calles, no en las casas, sólo podrán ser consumidas legalmente en los centros vigilados que abriremos, en los cuales únicamente personas mayores de edad podrán consumirlas. Estos centros estarán administrados, limpios y seguros, y una parte de los impuestos que generen se utilizarán para los centros de rehabilitación. Además, con eso se abre la posibilidad de que la mariguana entre sin problemas para investigación medicinal, lo cual podría ayudar a la economía del Distrito. – El tipo no pudo evitar soltar una sonrisa – Y sabe Dios si después hasta logremos exportarla legalmente. Un hombre de mayor edad que se encontraba a la derecha se aclaró la garganta antes de hablar: – Hijo, se lo difícil que es la situación y no sé si podría estar en el lugar donde te encuentras, hay mucha presión de políticos, líderes de opinión y manifestaciones, pero nos tenemos que arriesgar. ¡Claro que existe la posibilidad de que algo pueda salir mal! Pero por eso hemos estudiado y planeado medidas para controlar ésta legalización. Ahora que se diera el caso de que algo saliera mal o que advirtamos que vamos por un mal camino, pues no hay bronca, nos regresamos al mismo lugar donde estamos ahora y anulamos la legalización. Quiero que te quede claro que vamos a estar contigo. Pero si todo sale bien créeme que tú serás el que se lleve la mejor parte; has hecho mucho bien a este país más que cualquier político. Entiendo que estamos por explorar un lugar donde no hemos estado, pero si deseamos que la ley se apruebe es porque buscamos un mejor lugar donde vivir. – ¡Pero qué hay de todos los que cayeron en el camino! ¿Murieron por nada? – ¡No se trata del número que cayeron, Eleazar! – Exclamó el primer sujeto de la derecha – Se trata de los que podemos perder, probablemente sean muchos más de los que hay ahora. – Eleazar, tú tienes derecho a decidir el NO y todo seguirá igual. – Comentó el hombre que no había mencionado palabra alguna en toda la sesión – Si tú la apruebas todo el dinero destinado a este problema se organizará mejor y se ocupará para el combate de trata de personas. En mi opinión deberíamos de enfocarnos más en estos problemas como la prostitución, es ahí donde hay más gente inocente sufriendo. Creo que prestarle mayor importancia a una bola de pendejos que consumen droga por su propia decisión es una pérdida de tiempo. – ¿Pero qué hay de la opción educativa? – Eso es para las futuras generaciones, lo que estamos tratando ahora es nuestro presente. Eleazar miró a todos por unos segundos, sabía que una sola firma podría significar una válvula de escape para sí mismo. A sí que tomó un bolígrafo y acercó el documento hacia él, su mente estaba tan confundida y presionada que lo único que buscaba era poder liberarla, quería escapar. Tomó una botella de agua que se encontraba frente a él, bebió varios tragos y se acomodó en su silla, la presión aumentaba en sus hombros. Elegir aprobar una ley que legalizaba algunas drogas le podría traer problemas a corto plazo, sin imaginar las que seguían; por otro lado si no la aprobaba sería lo mismo. Dirigió una última mirada a sus compañeros...
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un sentimiento
saludos :)
Diego
Saluos