Tengo el corazón dividido
en dos mitades paralelas.
Hay dos quereres que sin querer me acosan.
Y no sé a cuál preferir o desamar.
Son amores inmancillables y santos.
Son lunas perfectas y solsticios.
Mi mente y mi alma están perturbadas
y el dolor de todos es mi dolor.
Yo trato de esconderme entre los paradigmas.
Crear intersticios en la lengua española
donde pueda acurrucarme a gemir o llorar.
Pero la ortografía me descubre
y la sintaxis me empuja fuera de sus campos.
Voy entonces a los lares de élitros
a buscar el consejo de los azahares.
Pero nada me habla: Hay mudez de vacío.
Y me siento entonces en la esquina de un cirio
y subo en su llama ardorosa hasta el cielo.
Entro entre las nubes zodiacales y hermosas
pero llega la lluvia y me arroja a la tierra.
Soy picoteado por palomas y seguido por avispas.
No encuentro una gruta donde beber olvido.
Parece que los elementos estuvieran contra mí
y que me demandaran decidirme por ambas.
Mi moralidad está hoy dividida
y amo a esos dos cuerpos divinizados.
Me convertí en un infiel a pesar de mi mismo
y disfruto el suave placer del adulterio íntimo
y los placemes incesantes de dos bocas cosmogónicas
que me hacen sufrir y recibir amor y parabienes.