El Yo es el signo de las esencias.
Podemos hallar grandes errores en la creencia del yo como unidad del ser:
1.La reducción de la multiplicidad de percepciones a una sola, poniendo grilletes al entendimiento humano. Imponiendo unos límites más acusados.
2.La fuerte creencia en un ego único e indivisible.
3.La pretensión de lo absoluto.
4.La seguridad en lo lógico, cuando la contradicción es inherente al ser humano.

Sin embargo, a pesar de estos argumentos, ¿podemos negar el yo, el ser?
Somos seres conscientes de nosotros mismos, ¿no nos induce nuestra situación a creer en un Yo como unidad? ¿y en la separación de cuerpo y alma como se clasifica lo concreto y lo abstracto?
Argumentar el fallo más grave de tan primitiva creencia, apoyada por la misma Razón, requiere comenzar por últimos pasos para remontarse al inicio.

                                         
                                        El error del dualismo ontológico.
La consecuencia y conclusión errónea a la que se llegó tras la separación de cuerpo y alma, fue que era más importante la parte inmaterial que la sensible. Cuando en realidad, aquello abstracto, es "menos" real que aquello físico. Pues los objetos materiales existen por sí mismos, mientras que aquello abstracto no es causa de sí, sino que depende de un ser humano que la piense.
El único motivo por el cual se justifica este pensamiento, es que aquello físico se encuentra en constante cambio (devenir), y lo abstracto permanece inmutable, como algo eterno y superior, siendo este último sublimado. Este resultado ofrece seguridad y sosiego a quienes creen en el dualismo; aunque no hay ningún razonamiento con fundamento que lo sustente.
Además, degrada irremediablemente a la mujer, figura considerada a lo largo de la historia como un ser menos racional, o dicho de otra manera, más emocional y pasional, contraria por naturaleza a la moral del hombre. Esta estupidez se relaciona con la superioridad de aquello inteligible en que la mujer está más "vinculada al cuerpo" que el hombre; me veo forzado a emplear tal expresión para ser lo más explícito posible, haciendo referencia a la idea que se ha tenido de la maternidad y la menstruación desde la misoginia de los helenos y la concepción de cuerpo y alma de Platón hasta nuestros días, a pesar de que obviamente todos los humanos estamos vinculados a nuestro cuerpo, ya que nosotros somos cuerpos, y nada más.