Soy la nube gris que nubla tu camino
Publicado en Oct 19, 2013
SOY LA NUBE GRIS QUE NUBLA TU CAMINO
Me voy para dejar que cambie tu destino. Pablo, acongojado, triste y desilusionado salió de su ciudad, sin saber a dónde ir, para convertirse nuevamente en errante trovador en busca de una mujer que lo supiera amar. Recorrió muchos caminos desconocidos, ciudades, pueblos y veredas. Conocer otras ciudades era como lo normal que Pablo vivía todos los días, lo interesante fue conocer pueblos grandes, pueblos pequeños y veredas de variados climas. Los pueblos grandes parecen ciudades son bastante concurridos, tienen barrios, comercio, parques, iglesias, autos, buses, motos, bicicletas plazas y edificios modernos. Los pueblos pequeños de clima caliente tienen casas de un piso, plaza con iglesia, Alcaldía, Notaría, vegetación, tiendas que venden pan, leche y huevos. En las calles, al pie de las tiendas hay parasoles y asientos ocupados por hombres que beben cerveza y escuchan canciones puestas a todo volumen. Pablo bebía cerveza con los campesinos, pagaba las cuentas, ganaba cariño y amistades. A Pablo le interesaba hablar con diferentes personas, darse cuenta de la costumbre de los habitantes, hombres, mujeres, niños y borrachos. No siempre entendía los lenguajes, porque usaban términos desconocidos. En esos pequeños pueblos no falta la guitarra y hombres que cantan canciones de despecho, beben y lloran sus penas. Cobran monedas por sus cantos. Pablo escuchaba las canciones y compartía con los campesinos el despecho por un amor perdido, un amor que había dejado en su ciudad, un amor que lo había rechazado. Bebía cerveza, coqueteaba con Doris -la hija de una dueña de tienda- y Doris correspondía a los coqueteos de Pablo. Los nuevos amigos de Pablo lo invitaban a pasear por campos y veredas, a su vez Pablo invitaba a Doris a que lo acompañara. Doris, de diez y nueve años, tez trigueña, delgada, mediana estatura, ojos color café, cabello negro y largo que cubre su espalda, sonreía y aceptaba toda invitación que Pablo le hiciera. La madre de Doris admiraba a Pablo y a uno de sus amigos, quería que conocieran una bella vereda llamada “Pogicón” y después, conocieran otros campos y veredas. ¡Qué nombres tan raros y difíciles los de las veradas! Y qué gran dificultad de transporte. Sólo había dos camperos y dos pequeñas busetas que recorrían distintas rutas para llegar a diferentes veredas. Había que esperar media hora para que pasara un campero o buseta. Pablo, Doris y el amigo estaban cansados de esperar una hora para que un transporte los recogiera, porque el vehículo anterior había pasaba ocupado con muchos pasajeros. Al fin subieron a la buseta, que venía con algunos pasajeros. El conductor esperaba que subieran todos los pasajeros, pero… ¡Qué dificultad! Había que pasar por encima de grandes bultos de quien sabe que. En un pequeño espacio entre bultos y cajas había que poner un pié y elevar el otro pie haciendo equilibrio para pasar por encima de cajas con pollos, con gatos, cajas con frutas. Pablo ayudaba a Doris a pasar por esas dificultades y poder ocupar el último puesto de la banca de atrás. Los demás pasajeros se sentaban sobre los bultos y otros iban de pie. Soportaban frenadas y vacíos por el paso de calles angostas, pedregosas y hundidas, además aguantaban el olor de estiércol de pollos y de sobaco sudoroso. Escuchaban el pío pio de los pollos, el miau, miau de los gatos y el insoportable calor hasta llegar a la vereda Pogicón. Pablo y sus amigos recorrían bellos caminos de la vereda, observaban paisajes de tierra roja, verdes pastos, árboles muy altos, el cielo azul, sin nubes. Una que otra tienda, pequeñas casas de un piso, unas fabricadas con cartón y latas. Más adelante había una vara extendida que impedía continuar el camino. Unos hombres uniformados no permitían que Pablo pasara por ser persona desconocida, sin que valieran las buenas referencias de de Doris y el amigo. No les quedó más recurso que avanzar por otros caminos montañosos y quebrados. Pablo conoció la vereda, estaba preocupado de que allí no había hospital, ni droguerías, ni iglesia, ni supermercados, la gente se alimenta de lo que produce la tierra, plátano, verduras, frutas, el pan que amasan, los huevos que ponen las gallinas y la leche de las vacas. ¿Qué hace aquí la gente cuando se enferma? Preguntaba Pablo a los amigos En esta vereda hay curanderos que hacen remedios con yerbas y si el enfermo se agrava van a donde la presidenta de acción comunal, ella tiene un campero y transporta a los enfermos hasta el hospital del pueblo más cercano. A veces cuando el enfermo está muy grave se muere por el camino y se forma gran problema, luego lo entierran en la tierra donde habita la familia. Después de conocer la vereda, Pablo y sus amigos se dispusieron a regresar al Pueblo. Esperaron menos de media hora la llegada de un campero, que venía con varios pasajeros, Doris que estaba acostumbrada a subir por la parte de atrás de los camperos se trepó fácilmente, igual que otros pasajeros. Parecía imposible que muchos que llevaban paquetes cupieran en el campero, pero el conductor acomodaba semejante cantidad de paquetes encima del campero. Adentro estaban catorce personas, con niños, incómodas y a Doris no le quedaba más remedio que ir sentada en las piernas de Pablo abrazada y acariciada por él, hasta llegar al pueblo. Los amigos de Pablo lo invitaban a conocer otros pueblos y veredas. Pablo acompañado de Doris estaba feliz, había olvidado su despecho y quería vivir con Doris en un pequeño pueblito de bellas casitas de clima templado que había conocido. Doris, feliz aceptó la propuesta de Pablo. Organizaron su hogar, tuvieron dos hijos, un varón y una hembra. La familia vivió feliz en ese pueblito y Pablo dejó de ser el errante trovador.
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luis jos
Luisjo.
Lucy Reyes
Te agradezco que te haya gustado la historia, aún con errores.
luis jos
MARIA VALLEJO D.
Caminé tranquila por campos y veredas al lado de tus protagonistas,
Me encantó tu sencilla pero hermosa historia mujer!
Saludos
Matilde Contreras
un sentimiento
Saludos y un abrazo =)
FElicidades me encanta saber que te estas desarrollando muy bien en textale
Matilde Contreras
DEMOCLES...(Mago de Oz)
Matilde Contreras