UN ESCRITOR FAMOSO POR EL BANCO NEGRO
Publicado en Oct 23, 2013
Lo que me separa del mundo es la acción. El pensamiento es mi Universo. Muchos creen escribir, pobres mortale que buscan la inmortalidad en los premios. Sartre, es mi héroe filosófico y literario, porque rechazó ese patético Nobel. Buscan en lo absurdo una razón de ser. EXISTENCIA y RAZÓN. Dicen defender la Justicia: guerreros sin espada. Ajenos al arte de las armas, tratan inútilmente comandar sus propias palabras, así son muchos políticos. No se puede ser intelectual si sos político. Demagogia barata, ¿algo más idiota? El Pueblo no se compra. Nuestras raíces son campesinas, con mucho orgullo mi sangre las abriga como un bebé cuando abraza a su madre. Frente al edificio de Correos de Costa Rica por el Banco Nacional en el Centro de San José, observo a mi gente querid y amada de Costa Rica. Sin decir nada, sujeto en mi mano derecha mi cuaderno verde de apuntes. Soy sencibe a la injusticia. Un gordo con una bolsa de papel grande de Mc Donald's pasa a la par de un SER HUMANO que duerme entre cartone (Banco de Costa Rica), entre avenidas cero y dos, calles: cuatro y seis. Como si todo fuera una broma, esos ejecutivos van al cajero automático sin mirar al herido señor en la acera. Me acerco. Lo observo. Las personas ignorantes sólo miran. Su mano izquierda cubierta por un guante de lana roto y sucio, está sobre su rodilla derecha. Le digo: "Señor, tome. No se preocupe, es una hamburguesa y una gaseosa". Me pregunta: "Joven, ¿quién es usted?". "Me interesa más saber quién eres. Yo he hablado contigo" -respondo. "Cierto, Marco, es tu nombre, también escribes" -con un poco de asombro me dice. Le obsequio varios de mis escritos, entre ellos van los bocetos originales de LA SOCIEDAD SE PROSTITUYE POR ATENCIÓN E INTERÉS y EL PALACIO DE CNOSSOS. Comenzó a llover, no llevo sombrilla. Me senté junto a él, sobre los mismos cartones y periódicos. Comimos como si estuviéramos en el Café del Teatro Nacional. "Etxe, buen diminutivo de seudònimo. Sabes, una vez fui catedràtico. Vi tntos estudiantes sin cerebro, que encerraron a Petter Pan en un fèretro. Pobres niños de este sistema educativo sin sentido" -me dice mi amigo el escritor. "Sí, por ello no fui a la universidad. No creo en los títulos. Mi conocimiento es empírico. Soy existencialista, y creo ante todo en la Razón" -comento. "Sos muy inteligente, crees ante todo en la Justicia. La defiendes con tu sangre. Amas a tu Pueblo. No crees en los premios idiotas de esta sociedad hipócrita. Eres un lobo entre lobos. Debes de comportarte como una oveja para estar fuera del rebaño, que está en Cuesta Moras. Cuando estés ahí, te quitas el basjaris, y con todo honor se lo obsequias al toro de Minos. Sé como lobo, actúa como zorro. No aceptas nunca ser un embustero duque. Frente a la nobleza el llano siempre estará contigo. Todos los días vas a ver sus carruajes, en cambio, el tuyo sin cuerdas será llevado por Pegasso; Hermes, lo conducirá" -dice mi garra literaria. "¿Cómo puedo agradecer todos tus consejos? Al igual que tú, vivo en la Calle" -le pregunto a quién me acompaña esta tarde. "Sé tú mismo. Todos caminan, menos tú. Entre un montón de palomas dos pericos en el Teatro de Costa Rica (el Nacional), eso lo viste sólo tú, porque eres único y diferente. Usa tus dones para ayudar, para defender a tu tierra de los inicuos y opresores de nuestra Nación" -así finaliza el autor a quien muchos conocen. Por repseto me pidió no escribir sus nombre en este relato corto.
Estoy en avenida dos, calle dos. Camino. Frente a la Catedral observo como las palomas se cagan en ella. Me siento en un pollito. Abro mi cuaderno. Leo lo que escribí con mi amigo el escritor. Estudió en Rusia. Ahora vive en la Call. No se preocupa por el dinero, porque sus derechos de autorson millones en una cuenta de ahorros en uno de tantos bancos ¿Por qué duerme entre cartones y periódicos? Porque es feliz. Gracias a él muchos escritores contemporáneos se han dado a conocer. Internacionalmente es muy querido. Somos amigos, porque sabe a mí no me interesa eso de publicar para ser famoso. Nos conocimos en una noche en el albergue de la Muni, cuando fuimos a consultar a quienes duermen y comen en estas instalaciones. Una a una iba recogiendo cédulas. Nombre a otro, leí unos apellidos conocidos. Le di vuelta a documento de identidad. "Sí, ahí nació" -me dije a mí mismo. "Es él" -me volví a decir. "Ya leí tu último libre" -le dije a un señor despeinado y con mucha barba. Todos me miraron. Mis compañeros ya saben cómo soy, por ello no se asombraron. "¿Cómo sabes quién soy?" -me preguntó el famoso escritor. "Porque lo admiro, t ante todo, te respeto por tus escritos" -le respondí. Me dice:"Gracias, señor oficial, este libro es para usted. Disculpe, ¿a nombre de quién?" "¡De Marco!" -le dije. "Bueno, Marco, ya sabes quién soy. Gracias por tu cortesía. Eres muy educado y culto" -se despide desde entonces mi amigo literario. Esto sucedió hace poco en el Centro de San José. Todavía, se la pasa por el Banco Negro observando a las personas y comiendo hamburguesas como en Mc Donald's al igual que yo.
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