Los suelos semipantanosos engullen relucientes zapatos negro-betún, 
los hombres aún llevan sombrero, elegante forma de morir,
con una flor en la solapa de la americana.

Tendido al sol, junto a una carta de San Valentín anónima,
Jerry cubre sus ojos con unas gafas cuadradas y oscuras.
Jerry esta desconcertado y con la mano en forma de pistola apunta a su sien.
Jerry recuerda escenas de películas, personajes con espigas clavadas en sus ojos, con corazones negros y plegarias del subsuelo.

Jerry piensa, Jerry comprende:
"los agujeros se tragan a las reinas,
los chicos se pierden en calles traseras"
es difícil vivir a destiempo y eso decepciona y hunde. 

Jerry quedó embelesado por la belleza de la incomprensión,
propagó su sádica indiferencia por todas las regiones del país,
las puritanas sonrisas de las niñas de la costa lo complacieron,
así que con su refinada versatilidad,
cabalgó durante años sobre el alambre matando moscas a cañonazos.

A veces Jerry medio sonreía y gritaba:
¡ poneros de rodillas y cruzar el puto mundo a ciegas,
vomitar, vomitar mañana nadie os recordará!

habiendo tocado la cima y convencido de su inmortalidad
Jerry culminó su aventura inmolándose ante la multitud,
pero con su autenticidad de siempre.
Este tipo tenía estilo.