ADIOS A MI MADRE
Publicado en Nov 01, 2013
El sábado 29 de septiembre el día transcurrió como todos los demás. Mi hermana Teresa estaba de cumpleaños y ya la había felicitado por facebook. Pasada la una de la tarde respondí una llamada de mi hermano Rodrigo que me dijo escuetamente: hermano, nuestra madre falleció hace unos minutos.
La verdad no sé qué sentí, creo que no reaccioné durante unos minutos y después me entró un temblor de manos increíble. Por alguna razón de la naturaleza tengo dos limitaciones y la más dolorosa es que no puedo llorar; desconozco la causa pero desde hace once años las lágrimas no brotan como debe ser, los ojos se humedecen y nada más. Envidié esta capacidad en la mayoría de seres humanos porque deseaba con todas las fuerzas de mis emociones y sentimientos desahogar en llanto el dolor lacerante que sentía… pero no pude. La otra limitación no viene al caso. Soy el mayor de once hermanos, pero para todo el mundo contamos nueve, de los cuales uno se marchó de este mundo hace doce años y quedamos sin el amor de madre ocho: tres mujeres y cinco hombres que recibimos como herencia de esa mujer valerosa y ejemplar las mejores enseñanzas y su coraje para enfrentar los problemas diarios de la vida. Cada quien habla de su propia madre adornándola con todas las cualidades del mundo y la convierten en un ángel del señor venida al mundo a redimir pecados y salvar almas. Mi madre en vida se llamó María Teresa Angel Baquero y traía el ángel en su nombre, lo demás fueron cualidades y defectos humanos, más de las primeras que de los segundos. Durante largos años fue educadora en primaria y sus alumnos sobrevivientes la recuerdan como una persona bondadosa pero estricta; dicen que todo lo que recibieron de mi madre, incluyendo reglazos, les sirvió para toda la vida y conservan su recuerdo como ejemplo para sus hijos. Mi madrecita, en medio de su buen humor tenía un carácter indomable que permitió a la familia Tarazona Angel sobrevivir a las perores épocas familiares. Es posible que en algunas oportunidades haya tenido que doblegarse ante las adversidades y refugiarse en el llanto pero en la mayoría de problemas pudo salir adelante con sus nueve niños. Mi padre fue un buen hombre pero no quiero hablar de él en este artículo. Mi querido viejo dejó este mundo en 1980 y lo amamos pero hoy dedico estas palabras a la mujer que me trajo a este mundo. A mi madre le heredé sobre todas las cosas la capacidad de tomar decisiones y afrontar las calamidades; también el cumplimiento en mis obligaciones y las citas. En un país en el cual todo se deja para lo último, ella pagaba los recibos el mismo día que llegaban y exageraba el cumplimiento. Era religiosa sin rayar en la beatería y oraba a su manera y hasta peleaba con Dios de vez en cuando como vocera de los más necesitados. Otra de sus virtudes era hacer la caridad a personas y familias de escasos recursos teniendo en cuenta, en lo posible, que no se enteraran de donde salían los víveres o el dinero. Hoy me duele todo pero tengo los recuerdos de una madre cariñosa y tierna que me dejó innumerables enseñanzas y ejemplo de vida. Como quiera que sea el otro lado de la muerte ella debe estar en el mejor lugar posible destinado a los bienaventurados, se lo merece por todos los méritos acumulados en sus noventa y dos años de existencia terrenal. Hoy, a pesar de la tristeza y la confusión de emociones y sentimientos que me embargan estoy seguro de que mi querida madre descansó en paz y dejó una hermosa y duradera huella en sus hijos, nietos, biznietos y demás familia, amén de la cantidad de niños que recibieron sus enseñanzas y la recuerdan con amor. Que Dios la tenga en el mejor de los sitios destinado a los justos y que sus bendiciones nos alcancen a los que estamos en este mundo. Yo la recordaré con mucho amor porque al final del tiempo ya ella con muchos años y yo también, cuando conversábamos sobre algunos temas parecíamos más dos amigos que madre e hijo. Demasiadas anécdotas quedan en la memoria y otras ya se han borrado con el paso de los años pero para mi el recuerdo que llevo hasta el último de mis días es el de una mujer recta, valerosa y digna. Espero que en mis más tristes su imagen y su recuerdo sean el bálsamo que alivie mis penas, como fueron en vida sus palabras y sus caricias maternales. Madre, te amo y eso basta. QEPD Edgar Tarazona Angel
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kalutavon
MARIA VALLEJO D.
Ha plasmado letras del mas puro y bello sentimiento a la madre que ya no está
pero sigue adherida a sus días, a su alma , en los recuerdos . . .
Con su permiso, quiero espiritualmente acompañarle.
Jamás pasarán para mí inadvertidos éstos textos.
Saludos