LA HUELLA DE MIS PASOS
Publicado en Sep 03, 2009
Íbamos corriendo hacia arriba por la estrecha calle empedrada. A contracorriente, huíamos empapados buscando un refugio que nos librara de la intensa lluvia. De repente, te miré antes de llegar a tu casa; estabas allí, como la vez que estuvimos en San Miguel de Allende y nos quedamos abrazándonos sin importarnos que llegara el amanecer. No pude acercarme más a ti porque me quedé inmóvil, recordando cuando amanecía y estábamos juntos en esa fuente de gozosos momentos. Si supieras que te había extrañado tantas veces, luego de observar en las nubes esas formas caprichosas casi idénticas a las que tenían tus labios. Pero la penumbra que cubre ahora el entorno, opaca los trazos del cielo intrincado. Levanto la mirada repleta de añoranzas y en el rocío de la lluvia evaporada, comienzo a transpirar mientras me convenzo de la tersura de tu piel al tacto acechante de mis manos. Estoy seguro que ahí donde estés, el oleaje de tu pecho también exuda recuerdos compartidos. Ecos que inundan la memoria, luces artificiales de mundos soñados, únicamente legítimos por el hecho de haberse creado a partir de nuestro deseo ilimitado. Una sola traición bastó para arrojarnos al caldero de las incertidumbres, abismo de verdades absurdas, simples pretextos que se contradicen hasta volvernos escépticos del ser amado. Y es que siempre estuve en contra de los triángulos amorosos, aún cuando en mis ojos se posara alguien que fuera capaz de reflejar la belleza absoluta. Reconozco que tú también lograste sobrellevar, de manera ejemplar, esa convicción. Sin embargo, la carne es débil y el espíritu más; un impulso terminó desgarrándonos el ansia, lealtad vulnerable que nos dejó desnudos ante el cuerpo tentador de una arista tan devastadora, capaz de disfrazar el daño causado con bastante sutilidad. Por eso descarto que haya sólo un culpable. A unos metros de estar frente a tu dulce mirada, tuve miedo de enfrentarme a una visión conspiradora cuando tu silueta empezó a separarse más y más, mientras seguíamos caminando hacia arriba por la escalinata. Me detuve e inexplicablemente oí mis rezos en voz baja. Estuve a punto de llegar a ti con todas las fuerzas que me quedaban y besar la palma de tus manos, la tibieza de tu cuello, de encontrar tu lengua; pez rojo donde la turbulencia de tus palabras salía sobrando. Cerré los ojos ante el desconcierto de saber que todos mis sentidos eran parte del engaño. Quise voltear para ver tu rostro ahí, con ese gesto de sensualidad contenida que tanto me saciaba, pero en un acto de espontánea renuncia me fui, sin arrepentimiento alguno, siguiendo en dirección opuesta, las huellas de mis pasos.
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angelita
conocer nuevos poetas es como descubrir, un mundo lleno de melodías.
sinceramente mis respetos, me dejo cautivada.
La forma en como te expresas.
un beso cariños angelita.
doris melo
Mara Ester Rinaldi
Te felicito, Alejandro, sos un Escritor con una gran sensibilidad, Te dejo todas mis estrellas !!!!
Cuídate, por favor.
gabriel falconi
me gusto como fusionante la poesia en un realto. unas imagenes muy buenas la verdad me saco el sombrero
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