1. Esa noche ya de madrugada, aquel chico comprobó con más lucidez que nunca la profunda oscuridad de la ciudad durante un apagón, comparable a la profundidad de un bosque en una noche sin luna, sin estrellas. Algo impenetrable, sombras que los ojos no pueden mirar directamente. Su sensación de inquietud le inspiró un pensamiento de caos, de incivilización.

-Necesitamos una luz que alumbre nuestra razón- pensó, -y ya hace tiempo que no nos basta con la luz del día-.

En última instancia, había oscuridad antes y la habrá después de nosotros, formamos parte de un escenario infinito, pero somos finitos, una forma de la materia, un estado de la energía.

2. Y que la oscuridad, está en todas partes, sólo que no la vemos. Ella es dueña de todo, pues todo le pertenece. No necesita de antítesis, ella es natural y antinatural. Es eterna, y ninguna otra cosa lo es. Es lo único que trasciende en el universo, todo lo envuelve. Es la repuesta más racional a la pregunta ¿qué hay más allá? Oscuridad.