cuento ARETUSA Y EL LIBRO DE KELLS
Publicado en Nov 15, 2013
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     Bebí agua del Estigia. Caronte, me mira. Cruzo las puertas del infierno; es mi décimo viaje a éste. Siento mucha sed. Se me acerca, Aretusa. La miro. Trato de caminar a ella. Me dice: "Recuerda las palabras de Eduardo Áviles, en su novela CAPULLITO DE ALHELÍ: "La Iglesia es como una solterona amargada, que nunca ha gozado los detalles de una relación sexual, pero se atreve a dictar cátedra sobre cómo debe acerse" ¡Nunca lo olvides!". Marco, se despide de la fuente de agua; a partir de ahí el delirio acompaña los pensamientos del joven escritor. Su cabeza sobre la meza; a la izquierda de ella un montón de bocetos. Marco, duerme. Soñó, que estaba en la Triniy College Library en Dublin, Irlanda. En el sueño... camina por uno de los pasillos de aquella bella biblioteca. Son torres llenas de libros. Inmensas paredes con majestuosas obras. A lo lejos parecen millones de legos acomodados en perfectas filas como los ceros y unos, unos y ceros de Matrix (la película) ¡Impresionante! Arriba de mí el techo se eleva como una vela en el mar cuando Eolo, la sopla con firmeza; así se impone la arquitectura de la Trinity. El pasillo es amplio. Camino dos metros, miles de mundos me esperan. Trato de controlar mi emoción, es difícil. A lo lejos, muy allá la madera del piso pierde brillo, se extingue en el ocaso eterno de mi mente por aprender ¡Qué ignorante soy! Sé muy poquito. Me siento intimidado por este conocimiento. Soy un simple humano. Papel y lápiz "¿Qué hay dentro?" -le pregunto a mi maestro Chase. "Un escrito muy antiguo" -me responde mi amigo escritor. "¿Qué habrá en el interior de aquel cofre?" -me pregunté a mí mismo en mi mente. Desde pequeño soy muy curioso, por ello desarrollé mucho la creatividad; también, como manera de defenderme de la idiotez de mi entorno aburrido y mecanizado por este absurdo sistema educativo, así creé mi universo literario y filosófico donde fácilmente soy indiferente al pensamiento sin ingenuo. Soy alumno, estudio Literatura Universal desde que soy niño. Mis amigos en la niñez fueron Descartes, Maquiavelo, Dickes, Shakespeare, entre otros. Me dio gracia cuando en sexto año de escuela nos pidieron leer El Principito, porque pensé que era el de Nicolás, de hecho, antes de leerlo la maestra nos pidió escribir un texto pequeñito de cuánto pudiéramos entender de la obra. Después de transcribir el trabajo a mi cuaderno de español, levanté la mano. La docente, dice: "¿Sí, Marco?". "EL PRÍNCIPE es de política" -le dije. Toda el aula quedó en silencio ¿Política? Todos me observaron con mucha atención. "¿A qué te refieres?" --me pregunta la señora con amable sonrisa e ignorante de mis breves palabras. "¿Cuál Nicolás?"  -volvió a preguntar la misma dama "¡Huy!" -en mi mente. "Marco, ¿quién te dio ese libro?" -insistió, Beatriz, mi maestra. "Maquiavelo, es pionero en la Jurisprudencia, él escribió EL PRÍNCIPE. Con ésta es la quinta vez que lo leo. Mi ensayo ya está listo" -respondo. Fue como si le estuviera hablando en euskera a quién me hizo tan nobles preguntas. "¿Dónde lo tienes?" -con inquietud pregunta, Beatriz. Pongo la mochila sobre el pupitre; de él saco una carpeta; la abro; saco mi escrito EL PRÍNCIPE Y LA ROSA. Ella lo recibe con mucho agrado. Esas diez páginas se desprenden de mis inocentes manos de casi trece años de edad. La maestra titubea "Tú, usted lo escribió" -ahora me interroga con un interés muy parecido al de las personas cuando escuchan las profecías del médico Michele de Notredame. "Sip" -respondí. Leyó un buen rato. "Marco, ven" -me llama la carismática señora, quién me pregunta: "¿Ya leíste el PRINCIPITO?" "Nop" -le dije. "No lo leas, tienes un cien en tu trabajo extra-clase" -me dijo la asustada teacher of spanish (se me pegó lo de tía Eli de la novela CAPULLITO DE ALHELÍ de Eduardo Áviles). Siempre leí la obra de Saint-Exupéry, en esa misma tarde, para ello me fugué de las clases de Música.
     Chase, me obsequia una foto del manuscrito celta redactado por monjes por allá del año ochocientos. La observé una y otra vez frente al cuarto lleno de libros de Alfonso, parece en VERDAD un World Trade Center de Sabiduría ¡Impresionante! Tanto conocimiento. Mi maestro me mira, quién dice: "Dios mío, ya lo viste". "¡Me recuerda al Quijote!" -le digo a mi amigo; me exclama: "¡Ya te pasó lo de Sancho, en la Segunda Parte!""Puede ser que sea un orellabac de EL PENÚLTIMO SUEÑO DEL SOÑADOR de Herra" -le comento a Chase; con versátil sutileza, responde: "Ya lo eres". Sigo observando la foto del LIBRO DE KELLS, ello me recuerda mi cuento LA BARCAZA DE CARONTE; se me olvidó escribir en él, que Marco, bebió agua del Estigia. Gracias a ello analizo por qué las palomas no dejan de cagarse en la Catedral, es decir, por qué la Iglesia no aprende de sus horrores "¿Será, que Cerbero, se acerca?-me dice, Aretusa.
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Foto del autor Marco
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Descripción

cuento

Palabras Clave: barri

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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