Esperando la tarde impacientemente
Publicado en Nov 19, 2013
Brindame el calor y el aire de la tarde,
no antes de haberlo contaminado con tu cuerpo desnudo, no antes de haberlo besado con tu boca que condena. Hoy es verano y la tarde parece un oasis en el tiempo, una gota de sangre baja ardiendo de mi nariz hacia mi boca Y los dientes parecían claustrofóbicos intentando pulverizarse en la seca y eterna espera. La sombra era negra, la sombra del cordón, íntensa se balanceaba negra en el suelo áspero, gélido e impaciente de la terraza, parecía la saeta rota que se mueve entre los dos mismos segundos una y otra vez. Entonces un ruido a metal viejo cortó el slencio en un prolongado e inacabable zumbido, era un gorrión aturdido que se había estrellado contra la oxidada berja del muro. Salí a prisa, de un bocado arranqué la cabeza del gorrión desplumado y la mastiqué, de paso aspiré el aire y el calor agobiante del mediodía, esperaba encontrar el brindis de tus tan escandalosos y deseados encantos. (No era la tarde... todavía, era mediodía ... y... la tarde... nunca llegaría)
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