En el momento  mas intenso de nuestra historia, el toma mis manos fuertemente me las pone contra la pared y  su  cara ya comienza a cambiar, ya  no  era aquella de pasión.    
    Intento contarle que ya mis manos me duelen.  ¡Suéltame!, ¡suéltame!.           Su mano acaricia mi  cara violentamente. El escenario  cambia poco  a poco. Desde ese momento la mente debió  cambiar bruscamente.   Reaccioné a los segundos, arranqué y giré poco  a poco. El ya se preparaba para el segundo ataque.   Tomé aquel cuchillo, sentí como  crujían sus huesos. Lo volví  hacer miles de veces. Por fin pude sentirme tranquila.   

         Apague el televisor y dije no puedo  pensar como  un asesino  hasta que lo sea. El plan puede cambiar.