El Valle Del Esfuerzo
        En una comarca alejada, a donde solo los pájaros en sus vuelos migratorios pueden llegar. Existía un mundo donde el esfuerzo  hacia posible las vidas de sus pobladores por esto había sido bautizado como esfuerdu. Había un relato folclórico, que decía que una niña que vivía en un palacio y nada de lo que tenía le había costado casualmente visitaría aquella tierra donde nada era simple de conseguir y aprendería lo que este valor es capaz de lograr en las personas.
       Mientras sus pobladores recorrían grandes distancias para conseguir sus provisiones y trabajar. Las expectativas sobre aquel suceso daban vueltas por sus almas, el sol prediciendo esto se ocultaba detrás de grandes montañas que los esfuerdanos debían escalar y pasar para llegar a donde producían todo lo que vendían. Grandes nubes invadían aquel firmamento celeste que padecía ser cubierto por aquellas montañas azules y verdes.
          Una mañana soleada una niña cuyo nombre era Eugenia mientras salía de su gran dosel en su palacio. Observó que el sol irradiaba una luz muy particular que al incidir sobre una de las paredes al lado de su cama un fenómeno lumínico extraño se producía. Dos hombres exhaustos aparecían vestidos con ropa de trabajo en aquel muro y la miraban con cierto odio. Porque ocurría esto, porque justo ese día, aquellas preguntas circularon por su mente como el dinero lo hace por los comercios diariamente que poco a poco se recuperaba de un largo sueño.
        Pero esto no era lo único que sucedería, debajo de aquella imagen un mensaje escrito en un lenguaje extraño pero entendible decía
         Vos que nunca has conocido el esfuerzo, deberás cruzar este muro e ingresarás a un mundo donde mediante un objetivo aprenderás lo que este valor puede lograr en las personas si lo ponen en todo lo que hagan, no te resultará fácil pero te servirá, no te rindas.
        Aquellas palabras se convirtieron en una bruma azulada que atravesando aquel muro misterioso desapareció. La curiosidad sobre qué era lo que iba a descubrir detrás de él, invadió su alma y parecía que ningún pensamiento se la borraría ni pensando en la riqueza que tenía sin ni siquiera trabajar.  Sus piernas con solo acercarse unos pasos atravesaron aquella pared. Dejando atrás aquel palacio y accediendo a un mundo donde la riqueza no existía. Y todo se conseguía con esfuerzo y dedicación.
      Muchas personas aparecieron trabajando en frente de la niña. Quien anonadada por la aparición veía a todos con extrañeza, que están haciendo, se preguntó para sus adentros, mientras el sol volvía a ocupar aquel cielo azulado que padecía estar cubierto con montañas por su gran altura.
      Que misión debía cumplir, que era aquello que se logra poniendo esfuerzo, aquella pregunta daba vueltas por su mente. Mientras observaba el trabajo incansable de aquellos hombres, cuando una nota comenzó a caer desde lo más alto de una de las montañas que padecía que tocaba el sol. La niña tomo con sus pequeñas manos aquel escrito y abriendo pudo ver que decía
       Deberás Traer de lo más profundo de esta tierra, unos troncos para luego convertirlos en muebles que serán vendidos  en el centro de esfuerdu. Si no lo hacés serás desterrada de esta ciudad por no ser alguien que le pone esfuerzo a lo que hace.
     Un camino de extraños árboles apareció detrás de ella, lo que le hizo sospechar que por ahí podía dirigirse a donde estaban esos troncos pero como los traería hasta allí. Alguien la ayudaría o debía hacerlo sola, esas preguntas volaron por su mente. Mientras el sol se iba ocultando por lo que la oscuridad comenzaba a acompañarla. Mientras encontraba como hacer posible aquella misión y aprender aquella enseñanza, que por su gran intuición sabía cuál era.
       Con grandes expectativas por poder realizarlo comenzó a recorrer aquel camino. Que la llevaría donde debía colocar su mayor esfuerzo aunque no supiera exactamente cómo hacerlo por el gran poder adquisitivo de sus padres. Pero sabía que era capaz de hacerlo. Una gran sonrisa invadió su rostro mientras caminaba por aquel sendero plagado de árboles altos y  follaje tupido de colores vivos.  
         Aquel cometido apareció frente a sus ojos, cuando unos grandes troncos aparecieron  tirados a un costado. Pero como haría para levantarlo como los llevaría, nada parecía responder aquellas preguntas que la preocupaban. Cuando una idea cambio todo, con sus brazos hizo la mayor fuerza que pudo y caminando lo más rápido que pudo los transporto hasta el centro de aquella tierra. Todo fue posible gracias a ese valor tan importante, un gran amor hacia aquellos pobladores le brotó del alma.
          A partir de ese día cambio su vida por completo. Decidió poner empeño y esfuerzo en todo para allí lograr ganar el dinero que necesitará para vivir y así independizarse de sus padres. Como amaba a aquellos hombres y mujeres decidió alejarse de todo el lujo que sus padres le podían dar. Se mudó a ese  mundo que para ella era un verdadero paraíso ya que le permitió aprender que el esfuerzo hace posible todo lo que uno se propone además de que hay que ganarse lo que uno tiene con sacrificio, nadie debería tener lujos si no se los busco.
        Como traería sus pertenecías a ese mundo nuevo. Esa pregunta circulo por su mente, mientras el sol de aquel día comenzaba a ocultarse. Las mentes de sus padres y familiares se preguntaban dónde estaba. La preocupación poco a poco se apoderaba de sus almas.
        Mientras tanto unos obreros comenzaban a construir una casa para la nueva habitante de aquella tierra. Los padres salían a buscarla sin saber que no la encontrarían tan fácil, es más iban a tener que entrar a un universo donde por su vida fácil no iban a ser bienvenidos.  A Eugenia no le importaba esto era feliz en ese mundo donde había aprendido aquel valor humano tan importante. Sin embargo un dejo de preocupación corría por sus venas que estarían haciendo sus padres, la saldrían a buscar o no.
      Como haría para decirles que no quería vivir más con los lujos que ellos le daban. Aquella pregunta interesante y difícil de responder volaba por los alborotados aires de su mente. Un nuevo día comenzaba en aquella comarca, sus pobladores buscaban de nuevo su trabajo en medio de aquel valle donde nada se conseguía fácil.
   Afortunadamente ocurrió algo que facilitaría las cosas, su madre se dirigió a la habitación de su hija. Allí un extraño fenómeno la sorprendió, una luz se proyectó en aquella pared, dos obreros similares a los otros vestidos con ropa de trabajo aparecieron mirándola con odio. Pero porque se le había aparecido a ella, acaso eso tenía que ver con la desaparición de su hija o no. Ese enigma sin solución la distrajo de cualquier otra cosa que pudiera molestarla en ese momento.     
     Una voz aguda y sería se apodero de aquella habitación y con tono fuerte y claro le dijo
-          Si quieres recuperar a tu hija tendrás de despojarte de los lujos y conocer lo que el esfuerzo puede lograr. Para eso deberás atravesar este muro. Acompáñame, dicho esto la voz desapareció dejando a la mujer sola en medio de aquella dormitorio desierto.
Decidida a recuperar a su hermosa y querida hija siguió con la mirada y con pasos firmes aquella bruma dorada que la voz dejo en aquel muro al dejar de ser audible.
Un mundo donde el trabajo y el esfuerzo reinaban se hizo presente en frente de aquella mujer, pero donde estaba su hija, porque había entrado allí, recuperaría allí a su nena o era una trampa. Esas preguntas brotaron de su mente como las semillas lo hacen de debajo del  suelo cuando germinan. La escena de hombres trabajando obstaculizaba todo aquel paisaje de montañas altas que la mujer intentaba observar para olvidarse de que su hija no estaba  a su lado.
       El sol brillaba en lo más alto de aquel firmamento, parecía que nada lo ocultaría. Mientras la mente de Eugenia  y la de su madre trabajaban sin parar. La preocupación y la duda recorrían y se apoderaban de aquellas mentes que por su familiaridad podían ser leídas una a la otra. La esperanza que tenía Cecilia, ese era el nombre de la mujer, en que en ese misterioso mundo encontraría a su hija provocó que sus piernas se estiraran y  con zancadas firmes recorriera aquel valle, en busca de su primogénita.
      Entre dos montañas verdes había una casa que se estaba terminando de construir. Sus puertas se abrieron y aquella hermosa niña, a quien la mujer quería ver con tantas ansias apareció a su lado. Mientras el astro más brillante de aquel cielo se ocultaba detrás de unas húmedas nubes que amenazaban con borrar la alegría que el calor del sol podía darles a sus pobladores. Mirándola con alegría pero con seriedad por lo que tenía planeado decirle apago el silencio que cubría aquel  valle
-          Mamá, hola, he decidido quedarme a vivir aquí, estoy cansada de vivir sin esfuerzos ni sacrificios. Creo que es importante tener lo que uno se merece por el trabajo que hace, y no estar rodeado de lujos, espero que lo entiendas, si quieres vivir conmigo, deberás trabajar como todos los esfuerdanos  y conseguir todo con sacrificio.
-          Bueno, hija es una buena enseñanza, pero que harás con tus amigas y todo lo que tenías allí, respondió su madre, mirándola con alegría pero al mismo tiempo con preocupación
-          Me adaptaré a tener menos, y haré nuevos amigos no te preocupes, comentó Eugenia tratando de convencer a su madre de que aquella era una buena decisión.
Claudia, orgullosa de su hija por aquella lección tan linda que había aprendido aunque fuera contraría a lo que ellos le habían enseñado por su pasado de familia adinerada, decidió retirarse de aquel mundo, ya que no podía alejarse de los lujos y el dinero que su marido y ella tenían. Dejando  a su hija en ese mundo donde nada de lo que estaba ella acostumbrada existía. Mientras una lluvia que se avecinaba se desató, la riqueza se había esfumado de la vida de Eugenia para siempre .