Tu belleza no tiene perdón de ningún dios ni demonio.
No tienes mi perdón ni olvido
No olvido las fauces del elixir
pegajoso y adherente.
 
La cuerda de la viuda negra 
que arrastra al abismo inconmensurable.
A este abismo del que fui arrastrado
donde en la profundidad de tus ojos
se enredó mi sexo.
 
Muñeca de papel
de trazos negros y azulados
Una fantasía de ansiada belleza
en una reptil caricia
por debajo de mis ósculos secretos.
 
Criatura de ensueño
maga de mis delirios
Qué ponzoñoso veneno inoculaste
que estuve extasiado, obsesionado
vinculado en el tul negro de tus pupilas.
 
Oh! amada mia
déspota mia
torturadora mia
sin saberlo el flagelo de tu belleza
ha enrojecido mi espalda
con tus rojos vaivenes.
 
Mírame sólo una vez
gira esa faz lentamente
y tus manos mirando al cielo
se vuelquen lentamente a mis hombros
arrodillándome
e inmolándome en tu sexo.
 
Virgen certera y demoniaca
sexual diosa
y tienes el descaro 
de la bondad en tus manos.
 
Cuantos siglos fulgurantes
el tiempo como gusano interestelar
en contorsiones agónicas
llego a ti sin escapatoria válida.
 
Y me encuentro frente a frente con tu belleza
como aquel suicida ante una locomotora.
Despiadada muerte
lenta muerte en el cobijo de tus senos.
 
Pezones que no dan leche 
y aumenta el hambre de ti
inanición en la locura
bella amada inconsciente.
 
Virgen de los siete capullos
ojos de universo
hembra maldita de lagrimales
perra y puta decimonónica
en espera del destripador.
 
Quiero hurgar en tus vísceras
y aun así no saciar
esta sed licántropa 
de bestia en ayunos milenarios.
 
Y el vino bohemio que trasunta el remolino
mareo enviciado
vida en cópulas interminables
átomo energizado en rededor
de esa inombrable pereza de dios

al maldecirte y decretarte bella.