Cita a ciegas
Publicado en Dec 01, 2013
Días atrás recibí un mensaje entre los que recibo diariamente. El mensaje era breve y conciso.
Leí tu trabajo, búscame.... Esas pocas palabras eran un oasis en el desierto. Inmediatamente le respondí; acostumbro responder todos los mails aunque sea brevemente. Transcurrieron dos días y su silencio me olió a mentira. Llegó la respuesta que ya no esperaba, era un número. Inmediatamente intuí la broma de algún amigo, o alguna otra persona realizando una de esas fantasías que pululan en Internet. Llame, aunque no estaba seguro si se trataba de él o ella. Una voz grave y varonil, sin más me dijo te espero y me dio una dirección. La anote y sin más salí hacia allá, posponiendo todo lo que debía hacer ese día. Aunque nunca había aceptado una cita a ciegas, la situación era excitante y valía la pena probarla. Al tocar el timbre, me atendió inmediatamente y la puerta eléctrica se abrió. Subí por el ascensor al segundo piso, antes de que llegara a la puerta, ésta se abrió con lentitud, dejando paso a un hombre bastante interesante con un algo virilmente sensual. Con una rápida mirada lo recorrí de abajo hasta arriba. Llevaba un saco azul marino con una camisa blanca abierta de los dos primeros botones, que permitían ver un pecho velludo, pantalones de vestir rectos un calzado perfectamente limpio. Su cabello lacio y marrón caía salvajemente sobre sus hombros. Se aproximó con una espléndida sonrisa, extendiendo su mano la cual estrechó a la mía y caballerosamente me invito a entrar al departamento, algo nerviosa entre, eche un vistazo rápido al lugar, un departamento muy ordenado y refinado, él galante me ayudo a quitarme el abrigo que llevaba y me dirigió a la estancia, señalándome un sillón de cuero negro, me dijo toma asiento, mientras guardo tu abrigo. Desapareció por un pasillo tenuemente iluminado, en tanto yo esperaba, me preguntaba ¿Qué diablos hago aquí? Mi conducta rompía con mi comportamiento habitual pero ese mensaje tan breve de alguna forma me había alterado y después de oír esa voz con tanto aplomo, había hecho que mi curiosidad se desbordara. En esas estaba cuando él regreso con esa sonrisa dibujando su rostro, que hasta ese momento observe con mayor detenimiento, sus ojos eran de color miel rodeados de abundantes pestañas y unas muy bien delineadas cejas; su nariz recta ni grande ni chica, su dimensión era armoniosa con relación a su rostro; sus labios regulares decorados por un bigote y una barba perfectamente cortada en forma de candado; de edad madura sin llegar a ser mayor; alto de constitución esbelta y de espalda ancha. Un hombre bastante atractivo, era muy agradable observarlo. A pesar de que él se dio cuenta que lo estaba escaneando no se inmuto y muy seguro me pregunto ¿Quieres tomar algo? Esa pregunta me desbalanceo y medio aturdida, lo único que se me ocurrió decir fue ¡Si, un café! Él dibujo una leve sonrisa y continuó ¿Cómo lo tomas? En ese momento, me di cuenta que “La mujer de mundo” se había quedado en casa. No me quedo más que decirle ¡Sólo, gracias! Se alejó, supongo que rumbo a la cocina, apareciendo con un servicio de café. Trate de estar tranquila y muy segura. Recibí el café no naturalidad, él tomo su taza y se sentó frente a mí, puso la taza en una mesa lateral. Empezamos una plática de sobre mesa con relación a mi gusto por la escritura para después hablar un poco sobre nuestras profesiones y actividades. Esto me fue relajando. Cuando de repente, él me dice. -Quiero que me hagas lo que contaste en el cuento del ascensor. Trague saliva, me quede clavada al sillón, anunciaba el combate. Obvio que en algún momento en mi mente había pasado esta posibilidad, más no lo había digerido… En otro momento habría salido corriendo pero esta situación tenía algo de aventura para mí y quería experimentarla. Es que así, respondía. -Tengo algo mejor para ti. Fue una noche desinhibida y sensual. Ya era tarde, cuando me despedí de él. Al día siguiente cambie mi número telefónico y lo bloquee su cuenta, sólo se trató de una cita a ciegas. Lunaoscura
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