Viejas acechanzas en un día de abril
Publicado en Dec 05, 2013
Quédate un momento conmigo. Tan sólo hasta que el sol aparezca.
Soy culpable de vivir el terror perdurable de la oscuridad y tú lo espantas. Qué rutas de tumultuosos miedos habré heredado, qué posesiones me atraen a través de locas ensoñaciones; quédate conmigo. Eres una flor nacida para el tacto. Siento la belleza de este día asustado por la culpa de otro día que no regresará. Por favor: quédate conmigo. El momento de escribir este poema, hasta que la mañana apoye en mí sus brazos y sienta el sol en mi cuerpo. Entonces, en el remolino del amanecer, en el penetrante amanecer, pasarás esa puerta. No ahora. Ahora pon tu mano en mi frente, mi frente en el agua, mi agua en medio del mar. Tal vez otro día comprenda las mudanzas, los festejos de esas calles sonando como cuernos de caza; ahora quédate conmigo. Y libérate de lo invisible, suave ser que me acompaña. Siento el vapor de lo oscuro; la vida es un pedazo de bala que pasa por mi boca, mi voz adolece; quédate conmigo... Escribo este poema y soy el que ama las olas mas temibles. Sobrellevo el milagro de lo imperfecto, de lo que yo mismo desconozco. Ahora es medianoche, y como quien se arroja en la tormenta, busco las huellas que alguien como yo ha nombrado. No iré sobre las piedras. No me lo pidas. Tan sólo es el lugar cobarde del amor. Quédate conmigo.
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