AUTODECLARACION
Publicado en Dec 20, 2013
Si me preguntan, diré que no soy hombre de honor. Diré (convencido de mi mentira), que los grandes retornos son posibles, y que hay espacio para la redención. Es cierto, sonreiré cuando me atragante del veneno que tu mano impoluta me invite a tomar. Y al momento undécimo (el que le siga a la celada), comprenderé tardíamente el yo-tú mismo de la traición. Es cuestión de pareceres. Hubiese preferido morir en combate, es decir, peleando contra los molinos inexistentes. Pero me resulta más o menos claro mi destino. El ser yo mismo el traidor que recibe las monedas, y yo mismo el cordero sacrificado. Yo soy mi propia destrucción. Yo y todo lo que me acompaña. Es decir, mi propia soledad de muerte hiriéndome, mi propio y muy íntimo callejón sin salida. Acompáñame hermano mío (me estoy mirando al espejo y veo mil reflejos de mi), y se certero con la daga (el veneno no ha servido, sigo despierto, y sigo aquí). La vida pasa rápido y el barquero espera la sinrazón. Esa nube que veo en realidad no existe. Ese espejo ya no me refleja. Estoy solo y ya no quedan más palabras…
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