rase una vez la oscuridad sentada en una silla vaca
Publicado en Dec 21, 2013
Érase una vez la oscuridad sentada en una silla vacía, fin. Ahora déjame que te cuente el inicio de mi final:
Érase una vez una habitación a oscuras, érase una vez una dama sentada en la orilla de la cama, érase una vez un animal con una garra en el hombro de la dama, érase una vez una almohada con esquinas duras. Érase una vez un hombre que duerme en la sala y come en la cama, érase una vez un hombre que se le ocurrió pintar una dama y un oso en la misma pintura, que después los tomó y los recostó en un cuadro para que hicieran el amor en la pared. Érase este hombre que se escondía de día tras las cortinas y de noche salía con sus amigos imaginarios para espantar a los cuervos posados en la acera, esperaban el mamut de las seis tragando polvo, labia y saliva. Érase que le daba miedo salir a los parques luminosos de día, pero amaba los callejones oscuros y buscaba la noche. —Soy feliz —se decía—, si algún día alguien saca al pez del agua, se muere. Un borracho no es borracho sin resaca, y una llave tiene que abrir para cerrar —luego sacudía la cabeza para que las ideas se acomodaran y sonaran coherentes, luego continuaba—. A mi no se me quita el mareo por respirar tanto, pero las noches frías son las aguas por las que corro libre; tengo miedo de abandonar mi jaula porque pueda que pierda la llave. Y luego, ¿Quién me abre? »Le temo al día porque muchos monstruos caminan por ahí con tanta libertad, que pueden matar con sus ojos y nadie hace nada. Todo el mundo anda contento por la vida, y se tocan las espaldas y los hombros y los senos y la pelvis y el trasero y la boca y se felicitan porque descubrieron lo ya descubierto. Solo imagínense que haría la gente si descubrieran algo que nadie sabe todavía, como por ejemplo: ¿por qué todos seguimos vivos? »Las noches son más hermosas. Me ayudo de la oscuridad para ver lo que la gente trae puesta. Veo la naturaleza de un tigre escondido bajo una falda, y entre la falda y el tigre, sale un bulto goteante escondido entre cinta adhesiva gris. »Lo único que comparto con la humanidad es mi deseo de comer, a veces, y mi amor por los atardeceres y los amaneceres. ¿cómo es posible que lo hermoso de la noche y la tonta de la mañana estén divididas por una simple media hora? Luego de la noche, y al llegar el amanecer, él hombre vuelve a su casa para contemplar el cuadro de la bestia confortando a la dama. La razón comienza a entrar por la ventana y cuando el cuadro comienza a tener significado, es hora de dormir. Lo bueno es que alguien siempre lo espera en casa con un plato de nada y la cama tendida: la oscuridad sentada en una silla vacía.
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