El carnicero de la esvástica
Publicado en Dec 22, 2013
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-12 de noviembre de 2012-
La chica despertó. Sus ojos esmeralda recorrieron la estancia, reconociendo su cuarto. No sabía lo que le estaba pasando ni recordaba lo que había hecho antes.
-Ah, ya despertaste.
La voz del hobmbre la sorprendió. Volteó a su izquierda y lo vio sentado en una silla. Su silla. Recordó la cita: era el mismo tipo con el que habia salido a cenar, un amigo de la familia. Le ofreció una sonrisa, su típica sonrisa seductora, cargada de algo que ella nunca había visto.
Maldad. Pura y total.
Ella intentó hablar, pero algo que tenía en la boca se lo impidió. Él se levantó, con un inmovilizador eléctrico; con el aparato atacó a la chica, propinandole descargas eléctricas por todo el cuerpo, luego se sentó a horcajadas sobre su pecho y colocó sus manos en el cuello de ella, estrangulandola. Luego la soltó y con una fusta comenzó a golpearla por todas partes, para finalmente hacerle un corte superficial alrededor del cuello y abrilra en canal.
 
A la mañana siguiente la casa de la familia Ramos estaba llena de de policías y reporteros. Dentro, el equipo forense procesaba la escena mientras se procedía al levantamiento del cadáver.
La más chica de la familia, Rosalina, había sido hallada brutalmente asesinada en su cama, desnuda, atada y amordazada. La policía interrogaba a los padres y a los vecinos. Hicieron todo según el protocolo, y cuando se llevaban el cadáver llegó un hombre embutido en un abrigo café de lana.
-¡Detective!- exclamó la madre de la víctima.
El oficial a cargo de la investigación se acercó al recien llegado y, estrechandole la mano, dijo cansinamente:
 -Es el mismo.
El detective Román Valencia miró la casa y dijo:
-La tercera en dos semanas. Pondré a cargo a mi mejor agente. ¿Cree que pueda mandarme lo que tiene de los otros crímenes?
-Por supuesto. Se lo mandaré por la tarde.
-Detective Valencia- llamó la madre, Úrsula Ramos.
Valencia la miró. Ella se acercó y dijo:
-Iván se encargará de esto, ¿cierto?
-Señora Ramos...
-Por favor. Solo él.
Luego de un breve silencio, Valencia aceptó.
-Muy bien, él se hara cargo.
 
Román Valencia dirigía una empresa llamada Encomiendas, situada cerca de la Basílica de Guadalupe, en la cuidad de México. Sus empleados eran conocidos en todos los círculos sociales y policiales, conocidos como los mejores detectives, ya que Encomiendas era una empresa de detectives privados.
A las 5:00 p.m., Valencia recibió los archivos de los otros dos asesinatos y las pruebas preliminares de este último. Se dirigio a una oficina cuya puerta siempre estaba abierta y cuyo interior siempre estaba desordenado. Sentado frente a su escritorio, estaba un joven desgarbado y un poco escúalido de 28 años, de cabello castaño claro, corto, de ojos cafés y piel blanca.
-¿Cuantas veces he de decirte que cierres la puerta?- preguntó Valencia.
El detective Iván García sonrió con aplomo. A pesar de que parecía indiferente y descuidado, era inteligente y astuto, capaz de interpretar una pista de varias formas posibles; poseía memoria eidéticva y una clara perspectiva sobre un caso. Su voz era suave y modulada.
-No tengo nada que ocultar- dijo. Reflexionó un poco y añadió-: A menos que trabaje en un caso. Entonces sí cierro la puerta.
Había un poco de descaro en su respuesta; él era así. Siempre había sido así. Valencia le dejo las carpetas en la mesa.
-Tengo un caso para tí.
Sin abrir ni tomar las carpetas, Iván pidió:
-Resumeme el caso.
-La prensa lo llama "el carnicero de la esvástica"...
-Ah, el caso de los noticieros.
-¿Me dejarás terminar?
-Lo siento, continúa.
-La primera víctima, Elsa Santori, fue encontrada en el lago de Xochimilco; y la segunda, Elena Arial, se encontró en la Alameda.
-¿Rasgos comunes? Sin contar el nombre.
-Ambas víctimas tenían 23 años, y habían empezado tratamiento psiquiátrico. También eran pelirrojas naturales.
-¿Forma de matar?
-Abre a sus víctimas en canal, sacando las visceras. Las dos chicas presentar golpes y marcas de un inmovilizador eléctrico, todo hecho antes de la muerte.
-¿Y la esvástica?
-Pintada con sangre en la frente. ¿Aceptas el caso?
Antes de responder, Iván meditó en silencio.
-Es un caso mediático. ¿Por qué me lo ofreces a mí?
-Hoy hubo una tercera víctima: Rosalina Ramos. ¿Acaso la conoces?
-No. ¿Por qué?
-Su madre te conoce. Ella me pidió ponerte a cargo.
Luego de un silencio, y de forma tajante, Iván respondió:
-No puedo tomar el caso. Dile a Úrsula que se vaya al infierno.
De forma disimulada, Valencia sonrió.
-¿Le importa que salga un tiempo?- preguntó Iván.
-Adelante- concedió Valencia.
Iván salio de la oficina sin cerrar la puerta, como siempre.
 
A la edad de 23 años, Rosalina Ramos había sido brutalemente asesinada. Todos los noticieros de la tarde lo decían.
-Por favor, apaga eso- le pidió Iván a Mirna, amiga suya y encargada de la cafetería "El descanso". Mirna cambió de canal.
-¿Por qué no aceptaste el caso?. preguntó Mirna.
-Por algo llamado conflicto de intereses- respondió Iván-. Rosalina es mi media hermana.
-Querrás decir "era".
-Y mi madre no ha querido saber nada de mí desde que me hice detective.
-Pero aún así quieres hablar del caso.
-Traeme lo de siempre y hablaremos.
Mirna sonrió. Preparó un frapuccino con crema batida y chocolate y se lo dio a Iván, luego buscó un pan de chocolate y también se lo dió.
Cuando hubo comido, él dijo:
-Hay algo raro en esto.
Mirna revisó que todo estuviera bien y djo:
-Soy toda oídos.
-Rosalina no encaja en el perfil de las víctimas. Al igual que las otras dos tenía 23 años, pero ella no estaba en tratamiento psiquiatrico, no era pelirroja natural ni tenía nombre con "E", como Elsa y Elena.
-Quizá vio una oportunidad.
Iván se encogio de hombros y comió otro bocado de pan. De repente, recordó algo:
-El segundo nombre de Rosalina era Eloísa. Y se había teñido el pelo de rojo. Últimamente se había comportado de manera extraña.
-¿Qué tan extraña?
Mirna también era psicológa, y ahora evaluaría el comportamiento de una muerta.
-Comenzó a saltarse clases- recordó Iván-, y había días en que no iba a la escuela. Rosalina era muy dedicada a sus estudios.
-¿Qué más?
-Todas las noches iba a los antros, y a uno en particular.
Mirna parecía sortprendida.
-¿Cómo sabes eso?-preguntó.
-Vivo cerca de un antro- le recordó Iván-, y todas las noches iba por ella, completamente borracha, y la dejaba dormir en mi casa.
-Resumiendo, de ser responsable, se volvio despreocupada.
-Así es. Quizá todo eso la volvio elegible.
-Quizá.
Lo que Mirna no quería decirle a su amigo era que probablemente Rosalina se estaba muriendo.
-Tengo que irme- dijo Iván. Terminó de comer y pagó.
-¿A donde vas?- preguntó Mirna.
-Voy a aceptar el caso. Solo espero que no lo hayan asignado.
 
De vuelta a Encomiendas, Iván habló con Valencia.
-¿A qué se debe tal cambio?- preguntó éste.
-Interés...psicológico- respondió Iván-. Me gustaría saber por qué escogio a Rosalina si no encaja con su descripción de víctimas.
-¿Solo eso?
-Sí.
-De acuerdo. Los documentos del caso están en tu escritorio.
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Foto del autor Ana Fernandez
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Descripción

Fragmento del libro "El culto de Venus Aversa", escrito por mí.

Palabras Clave: caso libro esvástica chocolate misterio

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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