Del amor
Publicado en Dec 29, 2013
Amor es un concepto que empleamos para explicar y comprender algo mejor un sentimiento que fácilmente pudiera ser el más irracional de todos cuantos conoce el ser humano, indefectible para unos, incognoscible para otros.
Nadie siente dos veces el mismo amor con dos o más personas distintas. A veces ni siquiera por una misma. Hay infinidad de formas de sentirlo, interpretarlo, expresarlo, vivirlo, etcétera. Es innegable que el amor puede ser algo poco saludable si las condiciones en las que se da (y en la persona) no son adecuadas, ya sea madurez, carácter, entorno, la correspondencia o no de la persona amada y la situación en general. De este planteamiento inicial nació la idea (también a raíz de cierto libro de E. Fromm, con el cual difiero en demasiados aspectos), que necesariamente existe un arte de amar, o práctica del buen amor. Claro está que no es posible encontrar un camino único e infalible. Todos nos dañamos y nos aportamos cosas. El ser humano crece. Este ensayo es sólo una propuesta. En el amor los celos, la desconfianza, el engaño, el reproche, y demás sólo tienen lugar cuando miras antes por ti que por el otro, cuando velas por tus intereses, aunque sea en detrimento de la persona que se supone amas, reduciéndola a una extensión de ti mismo o un accesorio subordinado a tu bienestar y felicidad. Esto es terriblemente normal en los distintos tipos de sociedades humanas, tan machistas y posesivas (poco capaces). Desde mi punto de vista, estas características en el amor son un síntoma común, infantil, y en cierto modo tan ridículo como reprochable en ambos sexos. Este amor, en todas sus variables significativamente similares, es el más extendido a pesar de su resentimiento y cruel egoísmo manifiesto. Por ello es digno de estudio, análisis e investigación. No ahondaré mucho más en ello, pero cabe destacar que dada la idiosincrasia de la psicología humana, no es de extrañar que tendamos a amar de este modo, irreflexiva y contradictoriamente, con miedo o con excesiva pasión; estamos tan sedientos de placer, aceptación y bondad que somos engullidos en un torbellino de intenciones y emociones capaz de destruir a cualquiera que se deje arrastrar. La única definición que me merece esta forma de amar es sin duda la de amor primario, profundamente inmaduro. Es fruto de un combate con uno mismo que se traduce en un combate contra la persona amada, a la par que una suplica desbordada de miedo, en el peor de los casos como el llanto de una cría que ha perdido su madre. Pero desgraciadamente, por nuestra cultura y naturaleza parecemos estar abocados a ello. El objetivo que deberíamos plantearnos es dar el siguiente paso y liberarnos de inseguridades y resentimientos, que tan pesados lastres son en el amor. No hay necesidad de engaño ni desconfianzas cuando los partícipes de una relación o un sencillamente un sentimiento alcanzan un consenso que será respetado mientras ellos así lo deseen. En estas condiciones no habría engaño o "traición" alguna, puesto que ambos amantes, con cierto grado de madurez, no acordarían nada que no estuvieran dispuestos a cumplir. Sin celos, sin desconfianza, cada uno busca la felicidad y la plentitud del otro, pues de esta manera hallará la suya propia, siempre respetando los aspectos de la vida de la pareja que decida no compartir. "Te amo, y hasta daría mi vida por ti, esto es así, porque sé que no la requerirías por vanidad ni desprecio, sino para tenerme a tu lado, tal y como yo deseo."
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Elvia Gonzalez