JOSE JOAQUIN LARRIVA
Publicado en Jan 07, 2014
Fue un hábil versificador y poeta festivo, así era el clérigo José Joaquín Larriva que nació en esta ciudad de los reyes en el transcurso del año 1780, desde siempre padeció de un problema en la pierna y por lo cual era llamado el "cojo" sobrenombre con el que paso a la posteridad. Sus poesías y letrillas hechas con gran sencillez y singular gracia alcanzaron rotundos éxitos, también fue el autor de discursos literarios y otras piezas de gran mérito que le granjearon reconocido prestigio intelectual, no así en su vida particular en la que era calificado de inconsecuente como sacerdote y como político, pues Larriva fue hasta 1820 ferviente partidario de la monarquía, pero después de ese año en adelante más republicano y siempre oportunista en política y decía. Un día hace frio Y otro calor que tiempo, Dios mío Tan jeringador. Entre sus muchos escritos podemos citar algunos considerados como valiosos: En 1807 escribió el elogio universitario de Abascal. En 1812 el discurso contra los insurgentes del alto Perú. En 1816 el elogio del virrey Pezuela. En 1819 la oración fúnebre por los prisioneros realistas en la punta de san Luis. Pasada la dominación Española lo vemos celebrando a los libertadores y en 1824 escribe un sermón por los patriotas muertos en los campos de Junín, en 1826 publica el elogio académico de Bolívar y también su celebrado artículo crítico titulado "el fusilico". Como periodista no llego nunca Larriva a la altura que alcanzo como orador aunque publico varios números del "nuevo depositario" y en 1825 "nueva depositaria", no tuvieron mayor significación más bien merece citarse como interesante el volumen que contiene su graciosa fabula "la araña el mono y los gatos" hecho con singular estilo y urticante sátira, musa verdaderamente inspiraba al poeta que escribía como el mismo nos lo dice: En el silencio de la noche, cuando Tosiendo y rebuznando Los hombres y borricos Tienen en movimiento los hocicos. Después de una vida llena de transiciones y divertidos incidentes, en los que salió a relucir en más de una vez la chispa y el ingenio del travieso clérigo, muere el 21 de febrero de 1832.
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