Ha vuelto a caer, vuelve a ser presa de aquellas manos, que bastante bien sabian deslizarse por su cuerpo. En medio de la crepitante noche donde ni siquiera logra vislumbrar la silueta de aquella persona que junto a ella son solo frivolas sombras de aquel sentimiento que no entiende de razon.  Ella, aunque desata una batalla en su confuso interior, vuelve a caer, una y otra, y otra maldita vez, entra aquellas manos, que solo buscan tocarla esa noche, para luego desaparecer, se vuelve presa de nuevo de una noche de palabras inconclusas, pensamientos inhilentes, sudor, caricias desgarradoras y lagrimas que reafirman la cordura.   Cordura, que por unos instantes se echa al olvido, se sepulta en el rincon mas recondito de su mente. Por solo un instante aquellas tristes sombras, por solo unos miserables minutos, olvidan todas las tragedias y remolinos de lo que suponen es el destino, se ha encargado de postrar entre ellos; por un momento, en aquellos instantes de locura, lograban olvidar incluso que por sus venas fluia el mismo espeso  y rojo liquido que solo indicaba una cosa, son mas cercanos de lo que desearian; por un instante olvidan que de no ser por el vaiven ocasional de su parte, ellos se verian separados por algo mas lejano que la mismisima ditancia. En esos momentos cuando aquella sangre compartida fluye exasperadamente por la totalidad de sus cuerpos, a punto de pleno desborde, ellos, como miserables figuras, olvidan ademas que tienen compañia, que no estan tan solitarios como se sienten. Aquellos dos seres, con oscuras conciencias, por solo un momento se unen, se complementan, dejan todo lo incuestionable y razonable atras. Sus memorias crean una satisfactoria laguna, y olvidan por minutos, incluso solo por un par de segundos, que jamas podran estar realmente juntos, aunque esten mas cerca de lo que desearian.