Anécdotas de mi padre
Publicado en Jan 14, 2014
La apuesta
Cierta madrugada de invierno, después de volver del baile, nos quedamos, como acostumbrábamos, tomando algo en el bar de Polo, que estaba abierto toda la noche. Éramos cinco o seis amigos. Comenzamos a tocar el tema del miedo a los cementerios. Algunos eran más valientes, otros más temerosos. Pero como en todo grupo, siempre estaba el que no le temía a nada. En este caso, el flaco Almada decía: “Porque le temen al cementerio, si allí, todos están muertos?” Y allí se nos ocurrió hacer una apuesta. Hacía unos meses, había muerto un conocido del pueblo, al que le decíamos “el brujo Salín”. Porque se dedicaba a poner en contacto a los muertos con sus familiares y de eso vivía, ya que cobraba buen dinero. Allí mismo, sobre la mesa del bar, hicimos una nota que decía “Salín, siempre mentiste con lo de los muertos que se comunican desde el más allá. Ahora que estoy aquí solo, a tu lado, y tú, estás en el más allá, demuéstrame que puedes ponerte en contacto conmigo” Pusimos todos diez pesos, que en ese tiempo era buena plata, en un sobre y le propusimos al flaco Almada, que si se animaba a esa hora de la madrugada, por cierto, muy oscura, ir caminando por el cementerio, solo, dejar la nota sobre la tumba de Salín y aguardar quince minutos, allí parado, se ganaba el dinero. Almada, no lo dudó y aceptó la apuesta. Llegamos todos juntos a la puerta del cementerio, pues quedamos en que luego que el flaco saliera de allí, entraríamos nosotros a comprobar que la nota estuviera en la tumba. Al flaco, aunque él no quisiera demostrarlo, se le notaba el miedo en la cara. Caminó hacia el interior y a los pocos metros ya no lo vimos más, debido a la oscuridad total de ese momento. Contó Almada luego de que todo esto pasó, que caminó con mucho temor y siempre rezando, los ciento cincuenta metros, que separaban la tumba de la entrada. Cuando llegó al lugar dijo “Perdón Salín, pero esto es solo una apuesta”, y en el momento que depositó sobre la tumba, la nota, llegó una ráfaga de viento, sintió un ruido extraño, y ya no recordaba más nada. A los veinte minutos y viendo que el flaco no salía, entramos a buscarlo. Sobre la tumba, en sendos floreros, había ramos de flores de papel colorido, que, con el viento producían un sonido agudo, la nota y al lado de la tumba, el flaco Almada, el valiente, el que no le temía a nada, desmayado.
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Elvia Gonzalez
Roberto Funes
gabriela.piris.
Nunca sabremos cuanta verdad hay en los cuentos que nos contaban nuestros padres (en mi caso abuelo)
Pero si que me hizo temblar!! jajaja
Saludos! :)
Roberto Funes
MARCA.Luz Margarita Cadavid Rico
Que bello trabajo hiciste Amigo, muy cálido relato que me hace sentir eso precisamente calidez,nostalgia por mi padre y mi infancia. En todos los sentidos pues teniendo yo como veinte años, hice una apuesta parecida en un pequeño pueblo de Colombia llamado Nocáima con un grupo de amigos, en un paseo dándole "mate" a una rumba (que forma de darle final a una fiesta). La diferencia con lo que vos cuentas, es que alcanzamos a llegar al cementerio pero no fuimos capaces de entrar. Recuerdo la inscripción en la reja de la entrada derecha que decía :"Aquí yacen todas las vanidades del mundo" y en la entrada izquierda: "Lo que fui eres,lo que soy serás" sentencia que me impacto como si todos los muertos que allí vivían me lo estuvieran gritando.
FELICITACIONES
Con mi afecto
Roberto Funes
No son muchos los jóvenes de hoy que entienden esto, como tampoco entienden que no teníamos internet, juegos electrónicos, computadora, y en mi caso, ni televisor. Entonces disfrutábamos mucho de las sobremesas y los narradores.
Impresionantes las inscripciones de la entrada al cementerio jaja, como para entrar a hacer bromas.
Gracias Marca, por tan extenso y agradable comentario. Abrazo.
Marìa Vallejo D.-
Què crees? no habìa visto el texto , realmente lo siento muy familiar, mira que estas anécdotas son frecuentes, siempre hay alguien
que se cree bravote y resulta ser el menos.(Risas)
Muy muy real y deliciosa de leer.
Abrazos
Roberto Funes
Si María, efectivamente, hay muchas y variadas historias como esta. Mi padre era de un pueblo pequeño (que ahora ya es ciudad) y estas anécdotas, quedaban gravadas para siempre en el recuerdo de sus escasos habitantes de la época.
Gracias por llevarlo a favorito. Pensé que se perdería como gota de agua en una lluvia (Risa)
Un abrazo.
Marìa Vallejo D.-
Saludos