Le conocían simplemente como Nieve Sangrienta, y ella parecía complacida con ello. Era una muchacha de veinticinco años con una historia marcada por la violencia.
Quince años atrás, había perdido a sus padres a manos de un mafioso conocido como Cheese, quien irrumpió en su casa acompañado por otro hombre, un asesino llamado Ramón. Oculta dentro de un armario, vio como masacraban a sus padres sin poder evitarlo.
Y eso fue lo último que vió.
Una bala perdida, disparada por uno de esos hombres, dio contra la repisa del armario, dejando caer sobre la niña una pesada carga que le arrebató la vista.
Sus tíos, un médico y una experta en robótica, se hicieron cargo de ella. A los quince años, como parte de un experimento, ambos le implantaron un chip que le ofrecía una vista limitada, lo suficiente para ver de cerca, pero aún así quedó irremediablemente ciega.
Eso no le impidió ser la mejor estudiante en la escuela de Lenguas. Tampoco le impidio ser la mejor asesina.
Mientras se dirigia al lugar donde su nueva víctima esperaba, recordó como recibió ese trabajo. Su ayudante, Marly, la había conducido a un edificio. Luego de subir por un elevador entraron a una oficina donde el cliente esperaba.
-Usted debe ser Nieve Sangrienta. Me dicen Cheese.
La joven contuvo el impulso de saltarle encima. Todo era parte de un plan trazado meticulosamente. Mostrandose altiva, se sentó frente al hombre y se quitó los lentes, mostrandole sus ojos muertos como si pudieran ver. Decidió ir al grano.
-¿Tiene usted trabajo para mí?- preguntó.
-Así es- dijo Chesse-. Quiera que elimine a un hombre llamado Ramón. Quiero que desaparezca de la faz de la Tierra.
La muchacha asintió pausadamente.
-Solo tengo una condición: tiene que pagarme por adelantado.
Ese mismo día había recibido el pago. Y hoy comenzaría su plan de venganza.
Dos días después. la joven asesina se reunió con Cheese.
-¿Cómo quedó?-preguntó Cheese.
-Irreconocible- aseguró la joven, enfundada en un traje negro, con una cofia que cubríasu cabello, guantes de latéx y chanclos de tela.
Mientras se quitaba éstos últimos, invitó al mafioso a ver su trabajo. Este entró a la bodega mientras ella se iba. Al ver a su antiguo asesino, a Cheese se le heló la sangre.
En tres montones separados y perfectamente alineados, vio la piel, los órganos y los musculos del hombre, mientras el esqueleto del pobre infeliz colgaba de forma macabra de una viga, atado por una soga.
Afuera, la conocida como Nieve Sangrienta y cuyo verdadero nombre era Moira, se quitó los guantes de latéx y la cofia, guardandolos en el bolso de su abrigo. Sacó a su vez unos guantes de cabritilla negros, que se puso de inmediato, un control remoto y unos lentes oscuros.
Una vez que se puso los lentes, apretó un botón del control mientras caminaba. Dejó el control y sacó su bastón, lo desdobló y se alejó mientras a sus espaldas la bodega explotaba, iluminando la noche.