Miedo
Publicado en Feb 28, 2009
Héroes del miedo
Un héroe, es un cobarde simulando. Un héroe es siempre, un solapado temeroso. El miedo, como estímulo primordial en la memoria profunda de la evolución del cerebro, no es un estímulo más, sino el común engranaje, utilizado por tantas valorizaciones, que conducen a la acción. El miedo nos ha permitido escapar de carnívoros monstruos, en nuestros comienzos, como seres vulnerables, débiles y diferentes. Aún el concepto “diferente” pergenia una valorización fundamental a la hora de razonar. Nuestras emociones están sujetas a cada historia personal, pero el miedo, y la sensación de pertenecer a la especie “más evolucionada” del planeta, interfiere en nuestras vidas cotidianas. Al cruzar la calle lo hacemos sujetos a estos impuestos mnemónicos; relacionarnos con “los demás”, lleva implícita esta codificación para nuestro encastre con el mundo. Si al cabo de algunas decenas de años, hemos conseguido distinguir nuestra necesidad de necesitar, de la “culpa” de los otros, por no proveer la satisfacción consecuente, entonces estamos en posición de pretender alguna ínfima conciencia sobre el asunto. Al desprendernos del “ser sufriente” nos revelamos como líderes de nosotros mismos, y recomenzamos el camino de vivir, aún con la posibilidad del aburrimiento. Por eso la vida se abre paso siempre, por la esperanza, porque sin ella aún a sabiendas de su ingenuidad, no cepillaríamos nuestros dientes en las mañanas, y no cometeríamos ese acto de suprema adhesión a la realidad, cual es, la de comprar el diario, o escuchar la radio, o silvar una canción. Pero la esperanza tiene un tiempo de construirla, otro tiempo de vivirla, y también, como todo en este mundo, tiene un momento en que muere, y siempre es de muerte repentina. La muerte de la esperanza puede acontecer antes o después de la muerte física del individuo, si lo hace antes, su lugar lo ocupa inexorablemente la infelicidad. Ser un infeliz es necesariamente ser un desesperanzado, y un desesperanzado es alguien con una caña de pescar descreyendo de la existencia del río. Todos somos pescadores, algunos encontraron el recodo de gran pique, y otros, tratan de ganar un lugar donde arrojar su caña. Ser un ganador es ser feliz, del modo en que se consiga serlo, pero ser feliz. Nuestras sonrisas son la prueba de nuestro valor, a un universo que interroga siempre. Nuestro heroísmo supremo es vivir, y pretender la felicidad. Por esto creo yo que todos somos finalmente heroes del miedo. Junio/1997
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Sandra Miranda
Un saludo
Gabriel
Ada LUz Rios
Verano Brisas
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