Lgrimas de Isabela por infidelidad de su esposo
Publicado en Jan 30, 2014
Fue ayer cuando supe que mi cuñado era infiel con mi hermana. Yo no sabía qué hacer. Si hoy le cuento, hoy comienza el calvario de mi hermana, si no le cuento me convierto en encubridora de la infidelidad de Gerardo, y así no puede seguir esta situación. Resuelvo invitar a mi cuñado a un Bar para hablar sobre el problema. Reprocho su conducta, él acepta su error, aunque se justifica diciendo que lleva veinte años de matrimonio feliz con mi hermana y sus tres hijos, pero que a veces la monotonía le aburre y que ciertas aventurillas dan felicidad, sin intención de dejar el hogar. Le pregunto: Si Isabela, mi hermana buscara aventurillas para divertirse, a ti te parecería bien ¿y la perdonarías? Es distinto, dice Gerardo. Las aventurillas en los hombres son normales, no afecta el honor, a las mujeres si les afecta, y es cuando se les ve como mujerzuelas fáciles. -Y, a ti Gerardo, ¿no te parece injusto ese machismo o desigualdad? -No. Eso no es machismo, te equivocas. La gente vive confundida, la infidelidad no es machismo, es una aventura, tampoco es machismo la agresividad de un esposo, es un mal comportamiento por malos sentimientos, ignorancia, bajo nivel educativo. La tacañería tampoco es machismo, es un defecto, todo eso se llama “modos de ser”. Puedes tener razón al calificar esos comportamientos como “desigualdad” -¿Como tú? -Lo mío es una aventurilla -Entonces ¿qué es machismo? -Machismo es creerse poderoso, ver debilidad en las mujeres, tener que ayudarlas, ser valientes para protegerlas, hacerlas respetar, considerar que no tienen fuerza, que tienen que ser sometidas, creer que son brutas, porque ellas mismas buscan estar protegidas por los hombres. Pues Gerardo, estas atrasado en tu concepto, hoy día las mujeres estudiamos, tenemos libertad, demostramos inteligencia en el estudio y el trabajo, tenemos poderes. En muchos casos los hombres son los sometidos a las mujeres, que son buscadas para que los mantengan. He oído en varias ocasiones a hombres diciendo que se quieren casar con una mujer rica que los mantenga. Hoy día las mujeres ocupan cargos importantes, hasta ser elegidas presidentas. La diferencia con los hombres es física. Es verdad que las mujeres tenemos menos fuerza, pero el gran valor de ser madres supera cualquier estado del hombre y, cuídate de hablar mal de las mujeres, porque quienes lo hacen siguen corriendo el peligro de vérselos como a seres resentidos por no haber sido mujeres. Los verdaderos hombres aman y respetan a las mujeres, son buenos hijos, buenos esposos, buenos gobernantes, buenos amigos… Pero bueno, no más discusión, volvamos al problema que se presenta con tu infidelidad. -Pues si tú no le cuentas a Isabela, no habrá problema. -¡Hey! y ¿tú seguirás feliz engañando a mi hermana? Y yo ¿tu cómplice? -No es engaño si lo ignora. -¡Sínico! No me creas boba, si no renuncias a esas aventuras yo me encargo de arreglar ese problema. -No es tu problema. -Sí es mi problema, lo que es con mi hermana es conmigo. Te dejo y ya verás lo que va a pasar. Regreso enojada a mi casa, averiguo la dirección de la mujer que tiene mi cuñado, para advertirle que Gerardo es casado y que respete ese matrimonio. La persona que me informó, me da la dirección, me dirijo a esa casa. Es como un laberinto, entro y salgo por uno y otro lado, no encuentro la dirección, me canso, regreso a mi casa y duermo. Al día siguiente, invito a Isabela a almorzar a un elegante restaurante. Ella está feliz, brillan sus ojos haciéndome ver que es más feliz que yo y que muchas personas, por tener lujo en su casa, buenas amistades, hijos maravillosos y un esposo perfecto. Pienso: ¿Cómo voy a arruinar tanta felicidad? Me siento impotente, no puedo pasar tranquila el alimento. Isabela va terminando de almorzar y yo no puedo empezar, no dejo de pensar. Isabela pregunta: -Hermana, ¿Por qué estas tan pensativa?, tienes algún problema? -Sí, tengo un problema que no sé cómo resolver. -Cuéntame y yo te ayudo. -Acabo de enterarme de que el esposo de mi mejor amiga le es infiel, ella no sabe y yo no sé si contarle o no ¿Qué me aconsejas? -Si eres buena amiga tienes que ser sincera, cuéntale. -Pero ella es feliz, y si le cuento arruino su felicidad. -Lo puede saber por otra persona y si se entera de que tú sabías, jamás te perdonará -Pienso que no soy quien debe dañar ese hogar -Quien lo daña no eres tú, es el esposo infiel, y tu amiga debe saber a tiempo la realidad y ver si hay arreglo o no. Tú crees que ¿puede haber arreglo? Depende, si es algo pasajero como sólo coqueteos, es posible arreglar, pero si se trata de algo serio el arreglo es terminar el matrimonio. ¿Y que los hijos sufran las consecuencias? No hay secreto oculto hermana, algún día lo sabrá y los hijos estarán al lado de la madre y ese padre infiel perderá a sus hijos. Casi me atrevo a contarle, pero me arrepentí, no es el momento, dejaré que sea feliz unos días más. En las horas de la noche llega Gerardo, Isabela le cuenta que estuvo almorzando conmigo; de inmediato Gerardo dice: supongo que tu hermana te contó todo, ella interrumpe: ¿lo de la infidelidad? -Tu hermana es una lambona, supuse que ella te contaría, pero quiero que sepas que yo sólo te amo a ti, lo que te haya dicho tu hermana es mentira, lo hace porque te envidia. -¿Cómo? Acaso, ¿el infiel eres tú? No entiendo. -No defiendas a tu hermana, son chismes de ella. Isabela marca mi celular para preguntarme lo qué hablé con Gerardo y yo pregunto: ¿Estás con Gerardo? Sí. Cállate no digas nada, te lo suplico. Aguanta hasta mañana, te espero en mi apartamento, pórtate bien con Gerardo y mañana te explico muchas cosas. -¿Por qué me tengo que callar? -Porque te conviene, te lo digo con sinceridad. Isabela dice a Gerardo que tiene sueño, se acuesta y se hace la dormida, pero sufre y llora toda la noche. Gerardo queda en duda. Al amanecer ve la cara de Isabela empapada en lágrimas, no se atreve a hablarle, prefiere desayunar solo y salir al trabajo. Isabela me visita y me cuenta lo ocurrido con Gerardo. Ya no me queda más remedio que contarle la verdad. Isabela se ataca a llorar y reprocha que le haya mandado callar. Yo le digo: Este problema se debe arreglar con calma. Si tú le armas un escándalo delante de tus hijos y ofendes a la mujer que él tiene, te conviertes en villana y esa mujer se convierte en víctima. El resultado es que él se encapricha más con la otra, la considera y hasta puede llegar a quererla. No puede ser, no puedo seguir tu consejo, hoy mismo Gerardo deja de ser mi esposo. -No te precipites, tú misma has dicho que “si se trata de algo pasajero, se puede arreglar” y lo de Gerardo es un simple capricho, él te ama y como bien dices se puede arreglar. -¿Cómo? -Dialogando, haciéndole ver la injusticia, el mal ejemplo para los hijos, el dolor de la familia si decides separarte. En la charla que tuve con Gerardo él reconoció su error y creo que se arrepiente y deja de lado ese capricho. Bien sabes que en mi trabajo manejo conciliaciones, tengo experiencia y he logrado excelentes resultados, si quieres llevamos a cabo una conciliación. -No hermana, no pienso como tú, los caprichos no son cosa leve, son graves, terminaré mi matrimonio con Gerardo y no debo seguir tus experiencias, debo hacer lo que siento. Isabela llora, desesperada regresa a su casa y actúa como otras esposas: arregla maletas con la ropa de Gerardo, manda cambiar las guardas de las chapas, deja fuera de la casa la ropa de Gerardo y en una maleta le deja esta nota: “Mi corazón ya no es tuyo, olvídame para siempre”. Gerardo le manda notas pidiendo perdón y prometiendo eterna fidelidad. Pero Isabela no perdona, tanto dolor y lágrimas, se mantiene inactiva reposando en su cama y llenando su almohada de lágrimas. Al no ser perdonado, Gerardo se organiza con la amante que feliz lo recibe, se van de viaje de luna de miel a una bella Isla, ella goza, pero Gerardo no deja de recordar las lágrimas de su esposa y le entristece no ver a sus hijos, perder un matrimonio que fue feliz. No puede ser cariñoso con la amante y se le forma otro problema con ella por su indiferencia. Se arrepiente del viaje, se devuelve a un hotel, sigue insistiendo en el perdón y en el derecho de velar por sus hijos. No le importa dejar a la amante. Pasado un tiempo Isabela acepta que Gerardo vea por los hijos, vivir bajo el mismo techo por conveniencia a los hijos que estaban sufriendo por no ver a su padre, pero ella jamás lo vuelve a reconocer como esposo. Ella dice que su orgullo no le permite volver con él, aunque lo ama, reconoce sus valores, y yo le digo que perdonarlo no es indigno ni es pecado, que de seguir así Gerardo, sin esposa tendrá que seguir el camino de las aventurillas o, de pronto volver a enamorarse de otra mujer y dejarte para siempre si no reconoces el arrepentimiento. Pero, Isabela no perdona. Quedo pensando que Gerardo fue imprudente y me culpó injustamente. Mejor habría sido que mi hermana hubiera ignorado esa bendita historia, y hoy siguiera siendo feliz. ¿Qué ocurrirá más adelante en la vida de mi hermana?
Página 1 / 1
|
Federico Santa Maria Carrera
Cualquier iniciativa por la que se opte para dar una salida reconciliante al problema causado, nunca será suficientemente buena... Creo que la única fórmula pertinente es no caer nunca en engaños traicioneros y para ello se necesita mucho amor y mantener viva y entretenida la relación de la pareja, con un sentido creativo e inteligente... No es nada fácil... Pero no es imposible.
Te felicito, amiga mía.
Lucy reyes
DEMOCLES (Mago de Oz)
Lucy reyes
Mara Vallejo D.-
Historia recurrente, que siempre, dejará un mal sabor en los sentimientos, en los recuerdos, en la vida de los seres involucrados.
Has descrito el texto, de una forma impecable.
Abrazos
Lucy reyes
Silvana Pressacco
Cariños amiga
Lucy reyes
Elvia Gonzalez
Lucy reyes