Caíste en el cántaro
salpicando con el agua
el césped verde
que rodea la fuente.
Sacaste de ella
viejas monedas,
monedas apostadas,
monedas herrumbradas.
Sacaste del poema
la palabra clave
quizás un verbo
no sé, un adjetivo.
La casi perfecta
armonía de la noche,
la naturaleza buena
de buenas intenciones
extrae de la galera
el modo, la manera
y cruza los cielos
el ave del momento.
No hay espinas en el césped,
ése que rodea la fuente,
pero hay piedras que pesan
esparcidas tácticamente.
La noche, el momento,
la dulce bienvenida
provocan el encuentro,
animan al mesías.
Y esa ave nos sobrevuela,
nos impacta, nos devela,
esa ave nos condiciona,
nos controla, nos emociona. SC