ESCAPISTA
Publicado en Feb 04, 2014
Era una mañana de verano, una de esas mañanas donde el calor agobiaba tanto de temprano como de tarde. La humedad, el calor, en ese orden y viceversa también, predominaban todo el ambiente.
Este, era un día especial, diferente a todos los otros que había vivido cuando se vive dos veces. Pero, ¿con quién festejarlo? Eso no importaba, por lo menos no a ella, lo único que importaba era el cómo salir de allí. Hoy es el día, pensaba, es hoy no hay otro. Algo en el aire me dice que es hoy, y yo tengo que hacerle caso al aire que fue un buen consejero en estos dos años. Así que sin mucho pensarlo, y aprovechando las reformas que estaban realizando a nivel edilicio, tomó su vestido más cómodo y colorido, se ató las zapatillas y salió en primer lugar a la sala común. Allí estaban todos los de siempre, pero no quería dejar de pasar y recordar sus caras por última vez, ella sabia que no volveria, o por lo menos no estaba en sus planes. Armó su bolso y se dirigió hacia la mesa de recepción, como toda responsable de sus actos. Saludó, firmó unos papeles y emprendió la retirada, por la puerta principal como debía ser. Respiró, respiró tres o más veces, respiró lo que le le parecía necesario. En ese momento podría haber estado una hora entera respirando pero se dio cuenta que el calor comenzaba a hacer transpirar su piel y mojar su ropa asi que comenzó a caminar. Todo le entraba por los ojos, todo tupido, amarillo y ese camino interminable, no sabia si estaba hecho a propósito o si era solamente porque les encantaba la naturaleza, las plantas y todos los bichos que se engendran en ella, junto con la humedad que producen teniendo en cuenta el clima del lugar. Nunca le gustó ese lugar nunca, ni desde el principió. Ni siquiera ese día que le explicaron el por qué de debía quedarse en ese lugar . Dejó los sentimentalismos y los malos recuerdos de lado y comenzó a caminar, caminaba, siempre siguiendo el sendero marcado. Camino por horas, o por lo menos eso recuerda, y nunca llegaba a ningún lado. En el camino comenzaba a admirar las plantas que la circundaban, - nunca les presté tanta atención , o por lo menos ese dia que entramos con el auto no las registre, sino claramente sabría como salir- pensó en voz alta. Ya luego de un tiempo pasado, no sabia exactamente cuanto pero suponía que eran horas, ya que no tenia reloj, empezó a preocuparse, empezó a tener miedo desesperación. Si había estado dos años encerrada allí ,como, al caminar tanto tiempo iba a desesperarse. Ese dia era especial, era ese no otro. Ya encerrada en su desesperación, transpirada y con poca respiración comenzó a caminar aun mas rápido, casi a trotar para no perder más tiempo, pero nada. Pasado un tiempo decidio sentarse , pensó que si entraba y salía gente en auto quizás alguien entraría y la veria ahí sentada, entonces el camino hacia la salida seria mas rápido aun o quizás hasta la llevaban a su casa. Comenzo a recordar, ¿cómo estaría la casa? ¿se acordarán de mi? ¿Cómo estarán todos? Quizás cambiaron mucho y por eso no se acuerdan del todo de mi y no me vinieron a buscar. Por un momento, se vio todo oscuro y se produjo un silencio, tanto adentro como afuera. Entre tanto esperar, se había quedado dormida, con su bolso, su vestido y sus ilusiones de recuperar su vida. - Borroso, veo borroso , correte!- dijo a los gritos. Abrió lentamente los ojos, despacio comenzó a intentar reconocer el lugar . Sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez. Ahí estaba de nuevo, adentro. ¿Por qué nadie entiende que ya me curé que quiero volver a mi casa? ¿Por qué me toman de loca cuando lo único que hice fue sentirme mal? ¿por qué aca otra vez? Y lloraba mientras preguntaba. Nadie a su alrededor respondía a sus preguntas. Pero algo era claro, ese ser siniestro que la había llevado hasta ahí hacía dos años con el afán de mejorar su salud y no haberse podido hacer cargo de su enfermedad, había hecho algo. Algo para que ella no saliera del hospital neuropsiquiatrico de la ciudad. – El ataque de pánico no es una enfermedad para internación!!- repetía - ¿Cómo no lo entienden? ¿Cuánto les pagaron para dejarme? , preguntaba y gritaba mientras le volvían a colocar en el suero ese sedante que la dejaba sin poder pensar ni sentir y sin saber por cuánto tiempo más. Respiraba, el aire había sido un buen compañero y lo seguiría siendo al mirar por esa ventana con mucho anhelo y ganas de recuperar su vida, pero ahora no podía , ahora dormía.
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