Carta a Juliette #31
Publicado en Feb 11, 2014
Perdón si mis últimas cartas son depresivas. Sólo me sé pocos chistes y la mayoría no dan risa. Hay uno que me gusta por la ironía: le dan a un tipo un regalo de cumpleaños, está curioso de lo que será y no se fija al cruzar las vías del tren; pasa el tren y le corta las piernas, pero no se quiere morir sin saber qué será su regalo, se arrastra hacia él y lo abre: son unos zapatos.
Como puedes leer, mi humor es negro, suele ser cruel pero es el único que te enseña cosas. Es como Tales que se cayó en un pozo por ir viendo las estrellas. A los poetas nos gustan las estrellas porque son bonitas e inútiles como la poesía, pero los buenos escritores también ven lo que hay frente a ellos, sea un tren o un pozo, y estrenamos los zapatos mientras vemos las estrellas. Hay otro chiste más bien perverso. Dos monjas secuestradas, el convento no paga el rescate, entonces, para que no sea tiempo perdido, los secuestradores las violan… Una exclama “¡Perdónalos Dios míos, porque no saben lo que hacen!” y la otra exclama “¡Que perdone al tuyo porque el mío sí se mueve sabroso!”… Hay un trasfondo sexual y filosófico, casi en todo; he pensado mucho tiempo que a los masoquistas se les hace más fácil adaptarse a este mundo y sus devaneos… Pues no sé, son los chistes que se me ocurren, pocas veces hago reír contando chistes. A la gente le gusta creer ciegamente en el bien, en la buena fe de las personas… Yo quisiera ser así, pero para mí la vida siempre está inclinada al lado oscuro.
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