Sabía que aquello no era lo correcto, que en ese mundo ni me querían ni me habían llamado, que si decidía entrar allí asumía riesgos, asumía que podía ser doloroso y que volvería tiempo atrás, a mis penas, a mis delirios, a mi tristeza... Sin embargo, decidí cruzar aquel umbral de amargura y afrontar mis sentimientos con la mayor cordura posible, pero nada más entrar, me tope con la amargura de frente y al esquivar sus golpes tristeza llego por detrás y me agarró bien fuerte para que no me pudiese defender de aquellos recuerdos, volví atrás, aunque ya era demasiado tarde, lloré, escribí unas cuantas tonterías y decidí que jamás volvería a sufrir como había sufrido, lástima que eso ya lo jurase nada más emprender este oscuro e infinito camino de soledad al cual me veo atado. Lástima que todos los caminos me lleven a ti, lástima que seas tu pues la enfermedad que no me deja levantar la cabeza del suelo después de un puñetazo certero en la boca del estomago. No me preguntes cuando olvidaré todo aquello, no me preguntes cuando seré capaz de volver a caminar erguido, pregúntate si mereció la pena, si la respuesta es si, mi respuesta será nunca. Se me olvidó respirar por la nariz el día que dejamos de respirar juntos, se me olvidó alimentarme pues solo tenía ganas de alimentar mi tristeza, se me olvidó que yo era una persona más en este mundo, se me olvidó que todos somos seres únicos, pues dejé de concebir éste mundo sin poderte crear sonrisas de amor eterno. Mi tiempo se congeló aquel día, y por mucho que lo niegue, sigue congelado y se niega a seguir mis pasos, y no puedo avanzar si el se queda atrás, el pasado me persigue, y es más rápido que yo, pues me espera en cada esquina que giro o en cada meta que cruzo.