La Dama De La Suerte
   En la provincia de Jujuy existía una antigua leyenda aborigen que decía que un extraño fenómeno devolvía la suerte a quien subiera a la montaña más alta de aquella provincia norteña. Pero era cierto esto o era solo una creencia antigua. Este interrogante volaba por las mentes de quienes poblaban aquella provincia norteña. El rumor de que alguien comprobaría esto viajaba por todo Jujuy como las aves lo hacen por los cielos de nuestro país.
     Una tarde un joven que nada le salía bien, por esto creía haber perdido la suerte para siempre. Escucho aquella antigua creencia aborigen y dispuesto a comprobar si era cierto o no. Para sí recuperar aquella fortuna que había perdido nadie sabe cómo. Una tarde calurosa cuando el sol padecía inamovible de aquel firmamento celeste despojado de nubes. Tomó algunas provisiones y emprendió aquella travesía que sin que nada lo detuviera descubriría aquel secreto que aquellos seres tan sabios nos habían legado.
     Con una pesada mochila en su hombro pero dispuesto a todo, comenzó a escalar. Miles de rocas le complicaban la tarea pero no le importaba. Mientras se elevaba en medio de aquel paisaje seco pero hermoso a la vista. El sol padecía ocultarse acaso una lluvia inesperada lo sorprendería y lo ayudaría o le complicaría la tarea aún más por lo resbaladizas que las rocas se tornarían por el vital líquido caído, aquellas preguntas circulaban por su concentrada mente mientras sus pies seguían ascendiendo y el firmamento con todo su esplendor se acercaban a su rostro que gruesas  y saladas gotas de sudor habían invadido. 
     Nada padecía responder aquella pregunta que lo ponía un poco expectante, pero algo aún más poderoso invadía aquella mente. Existía realmente aquel fenómeno en que los aborígenes creían o era solo una historia que los caciques les contaban a los integrantes de la tribu. Aquella pregunta volaba por su mente mientras a lo lejos sus ojos percibian una luz que con su brillo podía aun tapar el brillo de aquella estrella brillante y cálida, pero que era, acaso un ser  celestial o divino era el responsable de aquel acontecimiento de fortuna, pensó mientras ya el sol se ocultaba y las nubes sorpresivamente invadían aquel firmamento impoluto.
     Grandes gotas comenzaron a golpear aquella tierra árida. Había un ser divino que impediría que el descubriera aquel misterio. O era una casualidad que lo sorprendió, una pregunta más sin respuesta se grababa en esa psiquis. Cómo miles de edificios de extrema belleza se construyeron en el mundo sin que nadie sepa cómo fue esto posible, ni quien lo hizo. Aquella aparición misteriosa se escondió detrás de unas rocas como resguardándose de aquel líquido que caía sin que nadie sepa como en un lugar tan desértico.
    Con unos pocos esfuerzos más.  Llegó a esa cima donde ese misterio se develaría, era casi seguro que era cierto ya que aquella visión que tuvo durante el ascenso se lo habían casi confirmado, pero cabía la capacidad de que su imaginación le haya jugado una mala pasada, y eso no fuera verdad aquella duda voló por su mente que no veía las horas de descansar un poco. Mientras veía el imponente cielo, aquel ser como un vapor casi fantasmal apareció frente a sus sorprendidos ojos.  Una hermosa mujer de tez blanca y cabello pelirrojo se materializo delante de miles de nubes que habían aparecido durante aquella subida.
     Con una sonrisa la dama miro a los ojos al joven niño y con un  canto muy especial en su aguda y aterciopelada voz le dijo  
     Soy luckorla, la dama de la suerte, existo hace ya miles de años, soy inmortal. Me preguntarás porque vivo aquí o me han visto aquí, te responderé que hace 600 años una fuerte epidemia mato a muchos individuos. Como ellos creían que alguien les había sacado la suerte y nada se la devolvería, decidí venir a ayudarlos desde un mundo lejano. Cómo has perdido la suerte, toma mi mamá y esta invadirá tu vida para siempre. Es más como Sos una buena persona he decidido contagiarte esta hermosa capacidad así se la devuelves a quien la haya perdido.
     El niño decidido a recuperar aquel valor. Tomo la mano de aquella dama  tan bella, una fuerte sensación de calor agradable recorrió su cuerpo. Mientras un amor hacia aquel ser increíble que se había encontrado allí inundaba su alma. Aquella criatura increíble en su capacidad lo había enamorado, además le había devuelto lo que necesitaba en su vida. Una sonrisa muy brillante se apodero de su rostro mientras la miraba a sus ojos verdes, acercándose aún más unió sus labios con los de ella, mientras el sol volvía ocupar ese firmamento  que enmarcaba aquel suceso increíble.
    Aquella creencia antigua de los incas se había hecho realidad, aunque fuera increíble era cierta. Pero no todo era lindo pronto debía volver a su casa en San Salvador, por lo tanto abandonaría a su nuevo amor.  La tristeza invadío su alma, como haría para no abandonarla en aquel lugar alto y fresco donde el cielo daba un espectáculo increíble y nada lo superaba, mientras una enseñanza se grababa en su mente como la música en discos compactos alrededor del mundo, es posible recuperar la suerte que alguna vez perdimos, aunque no sea fácil.     
   El ser mirándolo con todo el amor que podía dar pero con lágrimas en sus ojos le dijo que lo esperaría allí todo el tiempo que fuera necesario. Alejandro, ese era el nombre del joven le prometió que volvería sin importar nada. Ni lo difícil que era llegar hasta allí ni dejar a su familia sin poder explicarles a donde iba ni porque, saludando con tristeza a su nuevo amor descendió aquel cerro y se dirigió a su hogar mientras el sol iluminaba y calentaba aquella tierra árida y desértica que le había permitido vivir aquella aventura única.