Lo que un día aprendí.
Publicado en Mar 04, 2014
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Él era un hombre muy severo y egoísta, siempre decía una y otra vez
Que no necesitaba de amor para poder vivir.
El mismo siempre andaba por las calles con ínfulas de grandeza y superioridad.
Todos en su barrio comentaban que era un tipo arrogante, egocentrista, viperino.
 
La mayoría de sus vecinos lo odiaban pero, como era un hombre de mucha influencia
Y  dinero lo trataban con falsedad e hipocresía.
El siempre se dirigía hacia los demás con arrogancia. Arrogancia que hacía que él no tuviese amistades.
Caminaba por los callejones a menudo con un gesto serio que daba la impresión de que era un hombre que no andaba con contemplaciones, con nada ni nadie al menos eso murmuraba la gente que lo conocía.
 
Aquel hombre, era alto, cabello negro, ojos grises que inspiraban a cualquier persona que los viese miedo un miedo incontrolable.
El un dia como cualquier otro, se topó con un anciano muy sabio.
Que tal vez lo haría cambiar la perspectiva de todo.
 
Era una mañana fría incluso estaba nevando.
El como todos los días iba a su trabajo que era en un importante bufete de abogados
En el cual, era el, uno de los más importantes.
Esa mañana…
Por casualidad o destino, se encontró con Jacinto, un anciano muy sabio, que había comenzado
A trabajar como conserje en el bufet.
 
     El en el instante en que, estaba a punto de entrar a su puesto de trabajo  se le quedo viendo
A aquel anciano con una mirada déspota e humillante.
 
Y le dijo: Usted el que está parado justo allí tráigame un café. Jacinto sin más le contesto
Sí, señor.
Mientras Jacinto preparaba el café pensó. Que señor tan mal educado.
Después de terminar de prepararlo decidió traérselo al señor.
Y como una cosa maliciosa Jacinto, derramo un poco de café en su chaqueta sin ninguna segunda intención.
El hombre enfureció tanto que su rostro enrojeció.
Jacinto, como era una persona amable trato de ayudarlo. Pero el comenzó a insultarlo, a faltarle el respeto, incluso a humillarlo de una manera degradante.
El anciano le dijo a aquel hombre que ni siquiera conocía que debería medir sus palabras cada vez que hable, no es sano andar por la vida creyéndose mejor que sus semejantes y humillarlos como si no valieran nada.
 
Usted no me venga con sermones anciano.
Que usted no sabe quién soy yo.
El anciano con la cabeza en alto comenzó a hablar.
No la verdad no se quién es usted, pero aun así me dirijo con mucho respeto hacia usted.
Recuerde que en esta vida para alcanzar el éxito hay que tener la humildad por delante cosa que veo que usted no posee.
Tal vez solo sea un pobre anciano.
Pero estoy rodeado de amor y eso me hace rico.
Aprenda usted estas palabras dichas con mucho sigilo, escúchelas, memorícelas, entiéndalas con el corazón y vera que muchas cosa usted descifrara.
 
El hombre con un gesto de irrespeto le contesto: ¡Quítese! No estoy para perder mi tiempo, con una cosa tan insignificante como usted.
 
Luego de todo lo sucedido aquella mañana, el hombre pensó una y otra vez en las palabras de ese anciano, pero decidió olvidarlas y regreso a su casa como acostumbraba.
Al llegar a su barrio, observo que algunos lo miraban con odio y rechazo, aunque sin embargo lo  saludaban con una sonrisa hipócrita en sus rostros.
Al llegar a su casa, el comenzó a reflexionar a pensar.
 
Como como! Estas personas pueden odiarme tanto pero sin embargo fingen todo lo contrario.
Aunque no los culpo los he humillado durante años.
Aún sigo pensando en las palabras de ese anciano, creo que me han dolido y no encuentro el por qué.
Después de aquella noche de infinitos pensamientos pasaron sin más 3 años.
3 años que hicieron que aquel hombre viese su realidad, que cambiara su manera de ver la vida.
 
En esos tres años, el poco a poco aprendió a ser humilde aunque en un principio se le hizo muy difícil.
Descubrió que todo ser necesitaba gotas de amor para ser un ser completo, aunque paso la mitad de su vida pensando y creyendo lo opuesto.
Aprendió a implementar el respeto cada instante de su vida. Aprendió a quererse a sí mismo para poder así querer y valorar a los demás.
 
En esos tres años el, se reconcilio con esas personas que anteriormente lo odiaban, se mudó de barrio hizo muy buenos amigos que lo apreciaban por lo que era no por lo que tenía.
Y como cosa del destino se topó con el mismo anciano esta vez fue amable, respetuoso con él.
Le dio las gracias por esas maravillosas palabras, pidió disculpas por las cosas del pasado y le dijo que gracias a él y a su empeño logro encontrar el verdadero sentido de su existencia.
Así  el aprendió la lección que le tenía preparada la vida, y así obtuvo una vida mejor llena de paz y felicidad
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Descripción

lo que un día aprendí

Palabras Clave: lo que un día aprendí

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (1)add comment
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DEMOCLES (Mago de Oz)

¡¡¡¡¡¡¡ QUE BUEN RELATO....CUANTA ENSEÑANZA EN ESTE TEXTO...MUCHOS ANDAN ASI POR LA VIDA, SE SIENTEN SUPERIORES Y EN EL FONDO SON SERES MUY INFERIORES.......ME HA GUSTADO MUCHISIMO TODO EL RELATO....GRACIAS POR COMPARTIR.....

SALUDOS
Responder
March 04, 2014
 

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