Matilde y sus sueos. Parte I
Publicado en Sep 07, 2009
Matilde Santiago, había llegado a la Isla de Puerto Rico en una yola según me cuenta una tarde que la encontré en una guagua del transporte público, cuando regresaba de uno de esos barrios de ricos que existen en la Isla del Encanto. Como muchos dominicanos, Matilde expusó su vida ante la adversidades del mar tiempo un mes de junio del año 2000, y de un futuro incierto del cual ella no tenía ni idea antes de salir de la República Dominicana.
Aquella madrugada partió hacía su nuevo destino y se sumó a un grupo de individuos que como ellas escapaban de la pobreza con la esperanza de una vida mejor tanto para ella como para los suyos. Allí sentada en una piedra contemplaba en su recuerdo todas las frustraciones de su vida. Su primer novio, a quien se había entregado con la ilusión de unos quince años Una unión que sólo duró tres semanas porque él, era un hombre casado y ella no lo sabía. Después de esa relación siguió una tras otra buscando compañía y un apoyo que nunca encontró por parte de esos amantes. Lo que si encontró Matilde fue un grupo de irresponsables machistas que le hicieron dos barrigas. De manera que de esos amores infructuosos nacieron dos niños . uno de ellos apenas tenía ocho y el otro diez. Por ellos, ella había decidido correr el riesgo de cruzar el charco y llegar a Puerto Rico. Pensando estaba Matilde, que no le podía ir peor de lo que había sido su vida hasta ahora. No tuvo mucho tiempo envuelta en sus pensamientos, cuando comenzaron a abordar la yola que la llevaría a iniciar una nueva vida. El subirse a la yola se convirtió en un maratón, porque como sucede siempre en estos viajes, se suman muchos al momento de partir cuando algunas personas, llegan sin haber sido anotado antes en la lista. Siempre quieren ser los primeros, comento uno de los compañeros de viaje cuando vio a dos peleando por quitarle el sitio al que había pagado dos meses antes. Ella no hacía comentarios, Matilde no conocía a nadie de los que iban en la yola. Eran más hombres que mujeres, por lo cual ella iba en desventajas y era mejor hacer amistad con alguno de ellos, quizás con el más fuerte del grupo por si acaso había algún hombre queria abusar de ella. Pero tenia fe, de que todo iba a salir bien y que llegaría sana y salva a Puerto Rico. Al llegar a la Isla ella no sabía nadar y por poco se ahoga si no llega a ser por uno de los hombres que le dijo agárrate de uno de mis pies y no tengas miedo que yo nado rápido y así lo hizo. Ella no tenía idea que tan lejos los tiraban en el mar y el susto fue grande, porque aunque le daban un salvavidas eso no sirve para nada con la corriente marítima en contra y luego a la distancia de la tierra que son lanzados como animales no teniendo conmiseración con nadie. El que no sabia nadar se podia considera muerto, porque todo el mundo tenía que tirarse de la yola y debían apurarse, nadando para no cansarse y llegar a la orilla antes del amanecer. Mire, nada más que pensar en el agua que tragué aquella noche, no me quiero recordar. Pero cuando uno no se va a morir porque no es el tiempo uno llega a su destino. La fueron a recoger a Cabo Rojo unas amistades que ya llevaban dos años en la Isla. Ella le había escrito que llegaba aquella noche por esa playa y como las autoridades de puerto estaban vigilando todo el área porque unos días antes, habían cogido un grupo de ilegales y la zona estaba caliente. Luisa su amiga no se atrevió a estar muy cerca del lugar para no levantar sospechas. De manera que cuando los mojados como le dicen en Puerto Rico a los ilegales, llegaron a la orilla de la playa Matilde,tuvo que internarse en los matorrales junto al grupo. Allí, asustada y con miedo se cambió de ropa con lo que trajo en una bolsa de plástico que aunque estaba húmeda se veía limpia. Se peino con vaselina los grifos que estaban duros de tanto salitre y se pinto la boca con un lápiz labial rojo. Se puso sus tenis y salio cuando anocheció con mucha cautela. Ella no era prieta y podría pasar por blanca aunque estaba un poco tostada por el sol del viaje en la yola, pero como era en la playa y estaba vestida de esa forma, allí nadie diría que ella era la misma mujer asustada que se evacuó encima al cruzar la Isla Saona. Sí, literalmente hablando se evacuó por no decir una palabra más fea y pensó que la embarcación se iba a desbaratar de los brincos que daba, pero pasaron ese susto y aunque cayeron dos al agua y uno se ahogo porque por más que el capitán de la yola trato de acercarse para agarrarlo el hombre no sabia nadar y se ahogo en mis propias narices. Matilde presta y segura, se acercó a una barra de los alrededores y miró con disimulo a ver si encontraba allí algún dominicano pero no fue fácil. Entró a la barra y todos los hombres miraron hacia ella porque era atractiva, pero ella continuo hacía la barra y pidió un refresco y se quedó allí escuchando a los hombres que hablaban para ver si por el acento lograba comunicarse con uno de los suyos, sin temor a que la delatarán con las autoridades. Tenía veinte dólares pero no quería gastarlos hasta tener noticias de sus parientes en el suelo boricua y siguió caminando. De pronto en la esquina de una barra encontró un teléfono público y saco el número de teléfono de Luisa Después de un rato de marcar el número que ella le había dado por fin logró comunicarse con ella. Luisa, le pidió que no hablara con nadie y que la esperara ahí mismo en esa esquina, que ella llegaba en seguida. Matilde le dio a Luisa la referencia de un garaje de gasolina que había cerca y allí la recogieron y se fueron a la casa donde vivía Luisa en Villa Palmera ,un lugar caliente en Santurce donde viven muchos dominicanos, sobre todos los que llegan como ella y les llaman mojados. Viven allí, asinados como veinte en una sola habitación, hasta que los pobres se van moviendo y consiguen trabajo y se mudan de ese barrio. ¿Como fue el viaje Matilde? pregunta el marido de Luisa. Bueno compadre, hay que estar loco para inventar venir para acá, yo no correría ese riesgo de nuevo, casí nos matamos en esa yola y luego, las cosas que pasan allí dentro cuando estábamos en alta mar. Mire, esa mar estaba rabiosa y veníamos cuarenta en la yola , no se podía uno ni mover. Allí estaba el vomito por todas partes porque mucha gente se marió y como le dije no es fácil. ___Bueno comadre no se preocupe que usted llego aquí y de aquí para Nueva York hay un paso ____, vamos a ver si usted se pone las pilas, porque aquí usted puede mejorar pero hay que fajarse. Matilde estaba cansada y con hambre y no sabía lo que le esperaba en el camino que ella eligió al venir a a Puerto Rico. Había dejado sus dos niños cuidando con su madre en un campo de Samaná.
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