Era una noche fría y húmeda, a la distancia se oía el silbido de un tren, avisaba su arribo desde el montañoso norte.
Ada, adormilada sobre su mullida cama, no logra digerir lo acontecido durante el día.
Pareciera que todo el ambiente entiende su sentir, es lúgubre y silenciosamente melancólico.
La vida es absurda, piensa, mientras sus manos se crispan sobre el cojín donde reposa su cabeza. La inunda la frustración, la rabia y la desesperanza.
Tanto que había deseado ser reconocida, tanto que se esforzó y que decir del tiempo invertido.
En un arranque de  frustración, grita a todo pulmón.
¡Carajo!
Sólo el recordar, el semblante petulante y relamido de su director, le daba ganas de tenerlo enfrente y decirles unas cuantas verdades.
Mientras su mente revivía la escena.
Toda entusiasmada se presento en el despacho del director para entregarle su proyecto. Él con un dejo de Gran Dios, lo ojeo con una pereza pedante.
Ella, sólo se limito a hacerse pequeñita en el sillón y cando ese fulano, dejó el documento sobre su escritorio y se acomodo en su lugar, sabía que se preparaba para decirle un discurso.
Apocada, sintiendo que el corazón le palpitaba aceleradamente, oyendo sin escuchar, lo que le decía del proyecto.
No fue capaz de defender su trabajo, lo único que dijo fue.
-         ¡Si, señor!
Cuando el mentecato le indicó con voz autoritaria
-        ¡Puedes retirarte!
El sólo recordar, lo cobarde e insegura de su conducta, la avergonzaba.
Ahora tenía que empezar de nuevo o renunciar.
Renunciar, si, pero… la hipoteca… de dónde sacaría para sobrevivir… 
Esos pensamientos le golpeaban junto con todos los otros. Se sentía atrapada en un callejón sin salida.
Un ruido la sobresalto. Era el sonido del interfono.
Desconcertada, se pregunto.
-    ¿Quién podrá ser a esta hora?
Rápidamente se levanto, miles de pensamientos cruzaron por su mente, cubriéndose con una bata se dirigió a la cocina.
Levanto el auricular, preguntando.
-    ¿Quién?
Nadie le respondió, espero unos segundos y nada. Indignada colgó el aparato, estaba por regresar a su habitación, cuando nuevamente sonó.
Molesta, tomo el receptor, gritando.
-    ¡Qué quiere! ¡A quién busca!
 Ni una respuesta, encolerizada, grito.
 -   ¡Deje de estar molestando o llamo a la policía!
Una voz gutural, se escucho.
Ada, agudizo el oído, tratando de reconocer la voz. En tanto, al otro lado le decían.
-                     Pásame las llaves… creo que perdí las mías…Hip…
-                     Señor, esta equivocado –fue lo único que pudo decir Ada-
-                     Ándale, no seas mala… Aviéntalas por la ventana…
-                     ¡No señor, esta equivocado!
-                     Vieja te juro que no lo vuelvo hacer… ándale…
-                     ¡Qué vieja, ni que nada… esta usted borracho!
-                     ¡Noooo, sólo me tome una… te lo juro por mi mamacita linda!
-                     ¡Deje de molestar o llamo a la policía!
-                     ¡Qué te cuesta acercarte a la ventana… yo aquí abajo, las cacho!
-                     ¡Cuál abajo… estamos en la planta baja!
-                     ¡A qué no es esta mi casa!
-                     ¡No, señor, no es su casa!
-                     Okay, no me invitas a entrar… Hip
-                     ¡Váyase al diablo!
Iracunda, colgó el interfono.
El tipo berreaba desde la calle…
Se dirigió a su recamara, decidida de hablar a una patrulla. Al pasar por la sala, giro en dirección a la puerta de entrada, invito al sujeto a entrar…
El hombre al verla y al oír su invitación, le respondió.
-             ¡Qué le pasa a usted… me confunde… ni la conozco… vieja loca!
Trastabillado dio media vuelta e indignado se alejo.
Ada, se quedo clavada en el sitió sin atinar que pensar…
-             ¡De plano, hoy no fue mi día!
Cerrando la puerta se hecho a reír.
 
Lunaoscura