Le prenden fuego a un carabinero, perdigones hieren a niños de un jardín infantil, se programan protestas de todo tipo, los partidarios del gobierno saliente expresan su frustración con mofas y estúpidas campañas de desprestigio hacia la nueva presidenta, se protesta por el despido de funcionarios de la administración pública olvidando que siempre ha sido una práctica de todos los gobiernos que asumen, el decano de los diarios de nuestro país ya ha comenzado su campaña del terror con la cual quiere demostrar que las cosas están mal (cosa que yo predije en diciembre, después de las elecciones); se cuestionan los nombramientos de funcionarios públicos por pecados de los que no está libre ningún chileno, olvidando que acabamos de tener un presidente probadamente sinvergüenza según consta en los medios de hace pocos años atrás; los miembros de cada bloque opositor y oficialista no logran aunar voluntades entre sí de manera inteligente que sirva para el progreso de todos; cuando habla Fulano, Sutano lo oye pero no lo escucha porque no pertenece a su propia línea de pensamiento. Si pudiéramos resumir en pocas palabras lo que nos está ocurriendo, nos estamos polarizando en bandos irreconciliables y cada vez más antagónicos que piensan (¿piensan?) solamente en lo que le convendría a cada uno, jamás en los demás, mientras que otro grupo, el grupo minoritario y usufructario del río revuelto en que nos encontramos sumidos desde hace tantos años, profita y profita de los beneficios del sistema que no da atisbos de querer cambiar para limar desigualdades.
Me tomo la libertad de republicar a continuación el desarrollo de mi irónica idea del círculo virtuoso del liberalismo y el sistema de libre mercado que nos rige hoy en el cual trato de plantear el drama del Chile de hoy:
“Yo tengo el poder económico, eso es un hecho indesmentible, y como tengo mucha pero mucha plata, creo empresas productivas y de servicios para ganar más plata; los contrato a ustedes en mis empresas para que me ayuden a ganarla pero no les pago mucho para no elevar demasiado los costos; después les vendo a ustedes mismos esos productos y servicios al precio que se me antoja (casi siempre el mayor posible) con lo cual maximizo mis utilidades; y si a alguien se le ocurre tratar de hacerme la competencia, entonces recurro a los poderes del estado para que le hagan la vida difícil, tan difícil que le haga desistir del intento porque a este gremio solamente podemos entrar algunos elegidos; y como a ustedes se les puede ocurrir protestar y armar líos por eso de la (mal llamada por los comunistas envidiosos) concentración de la riqueza, entonces mis secuaces del gobierno y del congreso (de cualquier tendencia política porque para eso uno tiene plata para comprárselos) se encargan de distraer la atención en temas de poca monta para lo cual cuentan con los medios de difusión masiva que me pertenecen a mí o bien les hacen creer a ustedes que esta es una pelea entre tendencias políticas y ustedes se la creen y se olvidan del tema de fondo que es lo que a mí me conviene; y así transcurren los años, yo, cada vez más rico y ustedes cada vez más pobres, ¡manga de giles!”
Lo que trato de decir es que mientras todos nosotros nos sacamos la mugre trabajando y peleándonos, hay señores que no paran de enriquecerse a costas nuestra; y no me diga nadie que tengo ideas comunistas o nada por el estilo porque no es efectivo. Cuando se plantean estos temas, el discurso más socorrido es el de acusar a quien lo hace de comunista, demonizando una forma de pensar que en mi opinión solamente tiene el error de denostar de Dios y la religión; hace algún tiempo atrás, en una columna de opinión de El Mercurio, un señor decía que pretender igualdad era símbolo de envidia; yo creo que en la mayoría de los casos es símbolo de necesidad y de desesperación; necesidad de tener con qué pagar el colegio de los hijos, desesperación por lograr que el sueldo les alcance hasta fin de mes. Pero esas cosas no las ven algunos en nuestro querido Chile, no las viven porque no les interesa, están fuera del foco de su atención. Y he aquí que el ”pueblo” le ha vuelto a dar el mandato de gobernarnos a los mismos que lo hicieron por varios períodos antes del mentado sinvergüenza porque la mayoría no quedó satisfecha con lo realizado por su gobierno; nos equivocamos, dijo el “pueblo” y retrotrajo las cosas a como estaba antes, con la esperanza de que esta vez sí habrán cambios (Chile, la alegría ya vieene) sin darse cuenta que cambios no habrán porque los cambios no los permite el sistema y que cuando haya atisbos de cambios tal como deberían ser, éstos serán frenados a como dé lugar porque una cosa es tener el gobierno y otra muy distinta es tener el poder (palabras de un ex mirista al que muchos Julafos conocieron, ¡y cómo tenía razón!).
En fin, es mi idea que las cosas no cambiarán nada, el cobre seguirá siendo usufructado por empresas extranjeras sin pagar los impuestos que debería, el dinero de las imposiciones y de la salud de los trabajadores seguirá yendo a parar a las arcas de las AFP y de las Isapres, los bancos seguirán trasquilando a todo el mundo, los españoles nos seguirán cobrando peaje por usar nuestras propias carreteras, las grandes cadenas de negocios (farmacias, supermercados, combustibles, universidades privadas, etc.) seguirán manejando los hilos a su antojo mientras nosotros nos seguiremos pisando los callos cada vez con más odio porque los medios de comunicación así lo disponen y los locos de siempre seguirán maltratando carabineros y destrozándolo todo.
Si alguien ha sido lo suficientemente paciente como para leerme hasta el final, se lo agradezco, así como también le pido disculpas por mi tétrica forma de ver las cosas en nuestro querido Chile. Mucho más se podría decir, muchas ideas y argumentos podría desarrollar en beneficio de fundamentarme, pero eso sería demasiado abuso y no quiero que me llamen abusador.